miércoles, 17 de septiembre de 2014

Glifosato & autismo, un tema prohibido para Monsanto

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STEPHANIE SENEFF Y UNA POLÉMICA INTENSA

Stephanie Seneff es un nombre tan potente como polémico en la ciencia estadounidense. Ella ha investigado y difundido la relación entre los alimentos genéticamente modificados (OGM) y las enfermedades crónicas, las alergias alimentarias y otras dolencias como la diabetes, el alzhéimer, el párkinson, la esclerosis múltiple y el síndrome de colon irritable, entre muchos otros. Pero ahora avanzó sobre la relación entre el glifosato y el autismo.
Hoy día 1 uno de cada 175 niños de todo el mundo nace con autismo. En USA, la prevalencia se encuentra en el 1,5%, mientras que en 1975 tan sólo 1 de cada 5.000 niños tenía autismo, según los datos publicados por Karen Weintraub en un artículo publicado en Nature. Por supuesto que es motivo de polémica que Seneff utilice este cuadro para trazar su previsión y asegurar que, si el crecimiento sigue estable, para el año 2025 la mitad de los niños podría sufrir autismo.
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Stephanie Seneff es una investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), con sede en la Universidad de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial. El enfoque de Seneff, según su página web, “es una intersección entre la Biología y la Computación”. 
Hay quienes rescatan su trabajo, y quienes lo critican y hasta atacan.
Pero antes de establecer un punto de vista hay que conocer el pensamiento de Stephanie, la investigadora del MIT que sacudió al mundo con su descubrimiento sobre el mecanismo de daño del glifosato.
Pero antes del glifosato, ella fue una pionera en señalar los vínculos entre el colesterol y la vitamina D, presentando una hipótesis que resultó aún más convincente, hipótesis más adelante corroborada por una investigación publicada en la revista Menopause.
Más tarde, Seneff fue coautora de 2 artículos que presentaron una conexión entre el herbicida glifosato y la intolerancia al gluten.
Un diálogo
Ari Levaux, activista ambiental estadounidense, que cabalga entre Montana y New Mexic, entrevistó a Stephanie en ese momento, y aquí un fragmento clave:
-¿Cómo cree, en su opinión, que el glifosato causa intolerancia al gluten?
-Hemos argumentado en diferentes trabajos que el glifosato se uniría al gluten. El gluten suele formar unas conexiones en malla cruzada entre diferentes aminoácidos. El glifosato impediría la formación de esta malla, haciendo que el gluten permanezca en la forma que se sabe es más alergénica. Por lo tanto, el glifosato sería la causa de que el gluten asuma una forma que es muy alergénica.
(N. de la R.: El glifosato o N-fosfonometilglicina es un herbicida total, no selectivo, de amplio espectro, desarrollado para eliminación de hierbas y de arbustos, en especial los perennes. Es absorbido por las hojas y no por las raíces. También se puede inyectar a troncos y tallos, o asperjarse a tocones (parte del tronco de un árbol que queda unida a la raíz cuando lo cortan por el pie) como herbicida forestal. La aplicación de glifosato suprime la capacidad de los vegetales de generar aminoácidos aromáticos. El glifosato, descubierta su actividad herbicida en 1970 por John E. Franz, quien trabajaba en la empresa Monsanto, es el principio activo del herbicida Roundup (nombre comercial producido por Monsanto, cuya patente expiró en 2000). Monsanto patentó en algunos países el evento "40-3-2" en la soja transgénica, el cual confiere resistencia al glifosato. Hoy existen varios otros tipos de cultivo resistentes al glifosato: maíz, algodón, canola/colza, etc.)
-¿Cree que a esto se debe la enfermedad celíaca y la intolerancia al gluten?
-Todos los factores de riesgo que concurren en la enfermedad celíaca podrían explicarse a través de otros medios, como que el glifosato perturba la fisiología. No se trataría directamente por el gluten, sino por los efectos del glifosato en el cuerpo. Las personas que tienen enfermedad celíaca presentan también factores de riesgo para otras enfermedades, como el linfoma no Hodgkin, o una muerte más temprana debido a estos factores de riesgo. También tienen problemas de fertilidad, con más probabilidades de tener hijos con defectos de nacimiento, y ser más propensos a tener problemas de depresión y deficiencia de serotonina. Todas estas cosas tienen conexión con la enfermedad celíaca, pero también existen independientemente de esta enfermedad, por lo que creemos que también podrían estar causadas por el glifosato.
Un problema
Acerca de los efectos del glifosato hay noticias en forma permanente. Stephanie Seneff no precisa que nadie la defienda pero es evidente que hay efectos nocivos en el uso del glifosato.
Por ejemplo, una de las más recientes se refiere a las abejas melíferas: cuando ellas realizan su cotidiana recolección de polen y néctar, no pueden evitar la visita a aquellas flores que fueron alcanzadas por las fumigaciones. Un equipo de investigadores de la Facultad de Exactas-UBA determinó cambios en la conducta de estos insectos sociales, por ejemplo, dificultades para reconocer olores y memorizar la relación entre un olor y un néctar determinado.
"Aplicamos la dosis de herbicida que las mismas empresas y servicios agrícolas recomiendan usar, y trabajamos con abejas criadas en laboratorio y abejas de colmenas”, explicó Walter Farina, investigador del CONICET y profesor en el Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de Exactas-UBA, cuyo trabajo fue publicado en Journal of Experimental Biology, junto con Lucila Herbert (primera autora), el estudiante Diego Vázquez y Andrés Arenas.
Los investigadores criaron abejas en laboratorio y también capturaron individuos en el apiario experimental. Luego, las entrenaron para buscar un alimento que presentaba trazas de glifosato, y las sometieron a ensayos de aprendizaje y memoria, o de sensibilidad gustativa. Por último, cuantificaron lo que ingería cada individuo, su actividad locomotora y la mortalidad.
Según los investigadores, los resultados sugieren que la exposición al glifosato afecta el sistema nervioso de las abejas, al actuar en la percepción olfativa y gustativa, así como en la asociación entre un estímulo y una recompensa.
Ahora surgen numerosos interrogantes, por ejemplo, si las abejas expuestas al glifosato se verán afectadas en su respuesta al estrés producido por la presencia de parásitos o patógenos; o si la combinación de un pesticida con el glifosato puede tener un efecto sinérgico.
A largo plazo podría poner en riesgo la supervivencia de la colmena, porque, al afectar la percepción sensorial y la memoria, podría causar problemas en la coordinación entre los diferentes individuos de esa sociedad. Según comenta Farina, "puede haber consecuencias que ahora no es posible determinar”.
El equipo está encarando nuevos estudios para determinar cómo se orientan las abejas en el campo si han ingerido glifosato. "Es un proyecto que estamos haciendo en cooperación con Alemania, que requiere trabajar con una tecnología muy avanzada, por ejemplo, radares armónicos y sensores que se le agregan a la abeja”, concluye Farina.
El autismo
Volviendo a Stephanie, ella puso ahora su foco en el autismo, una enfermedad cada vez más frecuente y acerca de la que, sin embargo, es escasa la información.
Hasta donde se sabe, el autismo es un espectro de trastornos caracterizados por un grave déficit del desarrollo, permanente y profundo. La mayoría de estos síntomas pueden aparecer al año y medio de edad, comenzando con retrocesos en el desarrollo del niño.
El autismo afecta la socialización, la comunicación, la imaginación, la planificación y la reciprocidad emocional, y se evidencia mediante conductas repetitivas o inusuales. Los síntomas son la falta de interacción social (muestran dificultad para relacionarse con otros niños de la misma edad, poco o nulo contacto visual, evitan el contacto físico, no responden al ser llamados por su nombre, no tienen lenguaje y si lo tienen presenta alteraciones), las estereotipias (movimientos repetitivos), poca tolerancia a la frustración, risas o llantos sin motivo aparente, presentan hiperactividad o son muy pasivos, no hay juego simbólico, carecen de juego creativo.
Según la presentación que ella realizó en junio, el glifosato, componente principal del herbicida Roundup, es el principal causante de que esta enfermedad se hayan disparado de forma tan rápida.
El problema es que Monsanto, el mayor fabricante mundial de semillas transgénicas, ha defendido la seguridad de su producto, y tiene amigos y recursos que pueden de$acreditar la teoría de Seneff y cualquier otra.
Ahí está el caso, por ejemplo, de la veterana periodista de nutrición Tamar Haspel en la web The Huffington Post.
Sin embargo, ¿cuántas Tamar Haspel rechazaron durante años el efecto nocivo del tabaco sobre la salud de las personas? Precisamente recordar esa realidad provoca dudas acerca de todo lo que se afirme en defensa del glifosato.

Además, Seneff tiene algo a su favor: es innegable que la prevalencia del autismo ha aumentado sensiblemente durante las últimas décadas.
Lo que falta es conocer la causa.
Hoy día 1 uno de cada 175 niños de todo el mundo nace con autismo. En USA, la prevalencia se encuentra en el 1,5%, mientras que en 1975 tan sólo 1 de cada 5.000 niños tenía autismo, según los datos publicados por Karen Weintraub en un artículo publicado en Nature.
Por supuesto que es motivo de polémica que Seneff utilice este cuadro para trazar su previsión y asegurar que, si el crecimiento sigue estable, para el año 2025 la mitad de los niños podría sufrir autismo.
La polémica crece cuando se lee a Wintraub: en el 46% de los casos es imposible explicar el origen del trastorno. Eso es desesperante cuando tampoco existe un consenso sobre los orígenes de la enfermedad, que se atribuyen tanto a causas genéticas (los hermanos mellizos suelen desarrollar de igual manera la enfermedad) o alteraciones neurológicas.
Casos que habrían sido considerados como víctimas de retraso mental ahora se clasifican como autistas (25%). Y hay casos que ahora encajan como autismo gracias a un mayor conocimiento de la enfermedad (15%).
Héctor G. Barnés escribió en la web española El Confidencial:
"(...) El estudio presenta una correlación casi perfecta entre el aumento de la utilización de glifosatos y la prevalencia del autismo aunque la correlación no tiene por qué significar causalidad. Más preocupante aún resulta que el autismo se deba a agentes ambientales, como la exposición a determinadas sustancias durante el embarazo, algo se encontrarían en sintonía con la tesis defendida por Seneff. 
Según la teoría de la científica del MIT, el glifosato inhibe las encimas CYP (citopromo p450), activas en muchos procesos metabólicos, y daña la ruta del ácido skihímico, que sin embargo sólo es llevado a cabo por bacterias, plantas, algas y hongos, pero no por animales, algo que sus detractores o la propia Monsanto han planteado como una importante inconsistencia. Seneff aclara, a tal respecto, que la bacteria estomacal sí realiza dicho proceso, y que es necesaria para proveernos con aminoácidos esenciales. (...)".
El trabajo, publicado en la revista Entropy, realizado junto a Anthony Sampel, fue calificado como “falaz” por un artículo en The Examiner, que sostuvo que se habían limitado a pasar revista a otros estudios previos, algunos de los cuales habían sido ya desacreditados, tal como aquel de Gilles-Eric Sérallini acerca de las comidas genéticamente modificadas provocando la aparición de tumores en ratas.
El glifosato, explican los investigadores, puede encontrarse en la orina y en la sangre de las embarazadas, y en USA, estos niveles son 10 veces superiores a los de Europa.
En aquella entrevista con Ari Levaux, en Alternet, Seneff aclaró que en Sri Lanka o El Salvador, muchos trabajadores del campo morían jóvenes de problemas renales causados por el glifosato, lo que ha provocado su prohibición en dichos países. La única solución, para ella, consiste en prohibir en general la utilización del glifosato en agricultura.
Esto no ocurrirá, al menos por ahora. En tanto, ¿por qué aumenta el autismo? Científicamente sigue siendo un misterio.

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