domingo, 15 de noviembre de 2015

Todo lo que necesitas saber acerca del anuncio de la OMS sobre carne y cáncer-2-

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Ingredientes y aditivos en carne procesada


El uso de diferentes ingredientes y aditivos en carne y carne procesada es otro de los elementos sobre el que se han centrado las sospechas de algunos consumidores y medios de comunicación tras el anuncio de la OMS, pero ¿hay motivos para ello? Para empezar, debes saber que el uso de aditivos o cualquier otro ingrediente en carne fresca está prohibido. En lo que respecta a la carne procesada, podríamos hacer un repaso minucioso por cada uno de los compuestos que pueden emplearse en su elaboración, pero dada la cantidad y variedad existente (tanto de ingredientes y aditivos como de productos cárnicos) haremos solamente un breve repaso para no extendernos demasiado, centrándonos únicamente en los más "sospechosos".




Ingredientes
Entre los ingredientes que pueden emplearse para la elaboración de productos cárnicos se encuentran algunos como: agua, sal, diferentes azúcares (sacarosa, dextrosa, fructosa, lactosa, jarabes de glucosa, dextrinas), distintos tipos de proteínas (de leche, de sangre, de colágeno, de huevo, de origen vegetal, hidrolizados de proteína), féculas, fibras vegetales y saborizantes (jugos de frutas, especias, etc.). Aunque ninguno de estos compuestos suele suscitar sospechas entre los consumidores acerca de su posible relación con el cáncer, debemos prestar atención a dos de ellos: las especias y determinados aromas.




- Aroma de humo
Algunos aromas que pueden emplearse en productos cárnicos se obtienen mediante procesos que incluyen tratamientos térmicos. A partir de dichos tratamientos podrían formarse compuestos sospechosos de ser carcinógenos, como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), que se producen a partir de la combustión incompleta de materia orgánica. Por eso la legislación establece límites máximos para su presencia en determinados aromas, así como determinadas condiciones que deben cumplir los procesos de producción. Este es el caso del aroma de humo, que despierta especial interés en este sentido, ya que se elabora a partir de productos primarios obtenidos mediante la combustión de madera. Así, la legislación regula aspectos como las características que deben cumplir las materias primas, las condiciones en las que se debe producir la combustión y la extracción de los aromas y el contenido máximo de hidrocarburos aromáticos policíclicos en el producto final. También se regulan los productos primarios utilizados para la producción de aromas de humo, que deben haber sido aprobados previamente mediante estudios que evidencien su inocuidad (en la actualidad están autorizados 10 tipos de productos primarios). La legislación regula además la cantidad máxima de este tipo de aromas que puede emplearse en diferentes tipos de alimentos. En cualquier caso, las evidencias de las que se disponen actualmente indican que estos productos no son genotóxicos, lo que implica que se puede establecer para ellos una dosis segura de uso, como así se ha hecho. De todos modos, la EFSA evalúa periódicamente la seguridad de estos compuestos, de manera que avances en el conocimiento científico pueden hacer que se aprueben o rechacen para su utilización en alimentos, o que sus dosis seguras de uso varíen.

El aroma de humo se comercializa en forma líquida (humo líquido) o en forma de polvo (humo en polvo). (Fuente)


- Especias
En cuanto a las especias, se trata de productos que, dadas sus características (origen, relación superficie/volumen, etc.), son susceptibles de contener micotoxinas, es decir toxinas producidas por hongos. Muchos de estos compuestos son muy tóxicos en dosis elevadas y algunos de ellos son genotóxicos y potencialmente carcinógenos incluso a dosis bajas. Es por ello que la legislación regula la presencia de determinadas micotoxinas (como por ejemplo aflatoxinas u ocratoxina) en especias como p.ej. pimienta, cayena, nuez moscada, cúrcuma o pimentón. Por otra parte, muchas de estas especias se someten a procesos de secado, lo que puede generar hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), así que la legislación también regula su presencia en especias. La excepción la encontramos en el pimentón y en el cardamomo, para los que no existen límites legales de HAP. El motivo es precisamente que los métodos tradicionales de ahumado y transformación aplicados a las versiones ahumadas de estas especias dan lugar a niveles elevados de HAP. La legislación indica a este respecto que "dado que el consumo de estas especias es bajo, para que puedan permanecer en el mercado, conviene eximirlas del cumplimiento de los niveles máximos".



Aditivos
A diferencia de lo que sucede con los ingredientes, los aditivos empleados en la elaboración de productos cárnicos despiertan muchas más reticencias entre los consumidores (recuerda que su uso en carne fresca para consumo está prohibido). De los que más suele sospechar la gente es de los siguientes:

- colorantes
En muchos productos cárnicos el color no se debe a la presencia de colorantes propiamente dichos, sino a otros compuestos que aportan color. Tal el caso del pimentón (principal responsable del color rojo intenso de productos como el chorizo o algunas salchichas) o de los nitritos, que forman compuestos que aportan el característico color rosado de productos como el salchichón y los fiambres. En otros derivados cárnicos, tales como los productos frescos, en los que el uso de nitritos no está permitido, se emplea habitualmente un colorante llamado cochinilla o ácido carmínico, que es famoso por la materia prima de la que se extrae: un insecto conocido como grana cochinilla o cochinilla del carmín. Este colorante es seguro para la salud en las dosis de empleo permitidas y no se relaciona con el cáncer. Otros colorantes permitidos, aunque empleados con menos frecuencia son rojo allura AG y ponceau 4R rojo cochinilla A. Ambos fueron reevaluados por la EFSA en el año 2009 (1, 2) y los resultados confirmaron que no son genotóxicos ni carcinógenos y que, en definitiva, son seguros para la salud en las dosis de empleo permitidas.
- sulfitos
Los sulfitos no se relacionan con efectos cancerígenos, siendo seguros para la gran mayoría de los consumidores en las dosis a las que se emplean. El único inconveniente que presentan es que pueden causar reacciones adversas en personas alérgicas y asmáticas. Por eso el etiquetado de los alimentos que contienen sulfitos deben destacar su presencia en el etiquetado.

- sorbatos
Los sorbatos (ácido sórbico, sorbato potásico y sorbato cálcico) se emplean en una gran variedad de alimentos con el fin de evitar el desarrollo de mohos (por ejemplo en la superficie de algunos embutidos). La EFSA ha reevaluado recientemente la seguridad de estos compuestos, concluyendo que en lo que respecta al ácido sórbico y al sorbato potásico, no hay evidencia de genotoxicidad y son seguros incluso a grandes dosis de empleo. En cuanto al sorbato cálcico, el informe de la EFSA indica que dada la ausencia de datos acerca de su posible genotoxicidad, debe ser excluido del grupo de IDA (Ingesta Diaria Admisible). En este caso se aplica el principio de precaución debido a la similitud de este compuesto con el sorbato sódico, para el que sí existen evidencias de genotoxicidad (su uso no está permitido en alimentos).




- nitratos y nitritos
Los nitratos y los nitritos se emplean en algunos productos cárnicos porque cumplen importantes funciones: participan en el desarrollo del aroma y del sabor, contribuyen a desarrollar y fijar el color característico de los productos de salazón (chorizo, salchichón, lomo embuchado, cecina, jamón, etc.) e inhiben el desarrollo de microorganismos patógenos. Los nitratos no son tóxicos incluso a dosis relativamente altas. El problema es que la microbiota intestinal puede transformarlos a nitritos, que sí son tóxicos en cantidades relativamente pequeñas. Su toxicidad está relacionada con su poder oxidante: oxidan la hemoglobina sanguínea en metamioglobina, con lo que la primera pierde su función, que no es otra que la de transportar oxígeno. Así, una ingestión masiva de nitritos (y por extensión, de nitratos) puede provocar una hipoxia a nivel de los tejidos y, en casos graves, la muerte por anoxia. Para evitar que esto ocurra, la legislación establece dosis máximas para el uso de nitratos y nitritos, de tal manera que no representen un riesgo para la salud en este sentido. El problema es que los nitritos pueden reaccionar con aminas presentes de forma natural en la carne o en otros alimentos, formando nitrosaminas que son potencialmente cancerígenas incluso a bajas dosis. ¿Son entonces estos aditivos los responsables del incremento del riesgo de cáncer? Veamos.



La relación de la carne con el cáncer



¿Qué explica la relación de la carne y la carne procesada con distintos tipos de cáncer? La propia OMS aclara que la carne y la carne procesada contienen ciertos compuestos que se sabe o sospecha que son carcinógenos, algunos forman parte de la carne de manera natural y otros se forman durante los procesos de cocinado y elaboración (por ejemplo durante el curado o el ahumado). Algunas de estas sustancias son: hierro hemínico, N-nitrosocompuestos, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y aminas aromáticas heterocíclicas (AAH). En cualquier caso, la OMS indica que todavía no se comprende completamente cómo se incrementa el riesgo de cáncer por la carne roja o la carne procesada.


- N-Nitrosocompuestos
Los N-nitrosocompuestos son sustancias químicas que poseen en su estructura un grupo nitroso (-N=O) unido a un átomo de nitrógeno. Se trata de compuestos cancerígenos entre los destacan las nitrosaminas que acabamos de mencionar, sustancias que se forman a partir de la reacción de aminas con nitritos, bajo ciertas condiciones. Esta formación puede tener lugar en el organismo (formación endógena), o bien, en el alimento (formación exógena):

  • formación endógena: las nitrosaminas pueden formarse en diferentes zonas del tracto gastrointestinal (cavidad oral, estómago o intestino) a partir de aminas procedentes de diversas fuentes (p.ej. alimentos, fármacos, humo, tabaco, etc.) y de nitritos. Estos pueden proceder de nuestro propio organismo (como resultado del metabolismo tisular o por actividad de la microbiota intestinal) o bien, de fuentes externas, como la dieta (por ejemplo a partir de los productos cárnicos a los que se añaden como conservantes o a partir de los nitratos presentes de forma natural en una amplia variedad de alimentos de origen vegetal, que son reducidos a nitritos por las bacterias presentes en nuestro organismo).



  • formación exógena: las nitrosaminas pueden formarse en diversos procesos industriales (curtidurías, caucho, industria alimentaria, etc.) en los que reaccionan nitratos/nitritos y aminas bajo ciertas condiciones. Así pueden terminar contaminando el medio ambiente e ir a parar a nuestro organismo a través de diferentes vías. Por otra parte, algunas operaciones tecnológicas o culinarias aplicadas a los alimentos potencian la formación de nitrosaminas (especialmente dimetilnitrosamina, N-nitrosopiperidina y N-nitrosopirrolidina). Entre ellas, el ahumado (por ejemplo en salami o salchichas ahumadas), la deshidratación por combustión de gases (por ejemplo en cerveza o whisky), la actividad microbiana (por ejemplo en embutidos crudos curados, como chorizo o salchichón), o ciertos tratamientos térmicos (la formación de nitrosaminas se acelera al aumentar la temperatura y el tiempo de exposición). Este último es el aspecto que más preocupa, especialmente en determinados productos cárnicos (por ejemplo en beicon, que suele someterse a temperaturas bastante altas durante a fritura).




¿Por qué se permite el uso de nitratos y nitritos? 
Como explicamos hace tiempo en este blog, la autorización del uso de estos aditivos es representativa de las decisiones basadas en la relación riesgo-beneficio. Es decir, por una parte se valora el riesgo de formación de nitrosaminas, potenciales carcinógenos y, por otra parte, se consideran los beneficios de los nitritos; especialmente su capacidad para inhibir el desarrollo de Clostridium botulinum, una bacteria patógena causante de botulismo, una grave enfermedad que puede resultar mortal. Para reducir los riesgos que pueden representar las nitrosaminas, se toman medidas como limitar el uso de nitratos y nitritos (tanto en cantidad como en los productos en los que se pueden utilizar) y emplear sustancias que inhiben su formación, como ascorbato sódico y eritorbato sódico. En cualquier caso, debes tener en cuenta que una hipotética prohibición del uso de estos aditivos reduciría nuestra exposición a las nitrosaminas, pero no eliminaría el riesgo por completo (se estima que usualmente se ingieren menos de 3 mg de nitritos al día en los alimentos, mientras que se segregan en la saliva del orden de 12 mg/día, y las bacterias intestinales producen unos 70 mg/día).

- Hierro hemínico
Como sabrás, la carne contiene hierro de manera natural. Este compuesto, que se presenta en dos diferentes formas químicas (hemínico y no hemínico), es imprescindible para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, pero también podría inducir daños oxidativos en el ADN. Además, el hierro hemínico, que se encuentra principalmente en la carne roja, formando parte de diversos compuestos (como la hemoglobina, la mioglobina, y diferentes enzimas), se ha relacionado con el desarrollo de cáncer colorrectal. Aunque no se conoce todavía el mecanismo por el cual esto sucede, sí se sabe que el hierro hemínico favorece la formación de N-nitrosocompuestos y de aldehídos genotóxicos (capaces de dañar el material genético) y citotóxicos (capaces de dañar las células). Una de las hipótesis que se baraja es que estos compuestos dañan las células que recubren el intestino, que tienen así que replicarse con más frecuencia de lo normal, lo que puede aumentar la posibilidad de inducir errores en la replicación del ADN y, en definitiva, aumentar la posibilidad de desarrollar un proceso canceroso.


Estructura química del hierro hemo B. (Fuente).



- Aminas heterocíclicas e hidrocarburos aromáticos policíclicos
Las aminas heterocíclicas (AAH) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) son una serie de sustancias químicas que se forman al cocinar la carne a altas temperaturas (a más de 150ºC y especialmente a más de 220ºC),  como cuando se cocina en sartén, a la plancha o a la parrilla, y durante un periodo prolongado. Concretamente, los HAP se forman a partir de la combustión incompleta de materia orgánica, por un proceso de pirólisis seguido de condensación. Esto es lo que sucede por ejemplo cuando se ahuma la carne o cuando la grasa y los jugos de la carne gotean sobre el fuego durante el cocinado.
Estructura química de algunos hidrocarburos aromáticos policíclicos. (Fuente)


Por su parte, las AAH se forman cuando algunos compuestos presentes en la carne de forma natural reaccionan entre sí a altas temperaturas (concretamente los aminoácidos, los azúcares y la creatina). Las reacciones que dan lugar a estas sustancias se conocen de forma genérica como reacción de Maillard, a partir de la cual se forman también otros compuestos, responsables del aroma, sabor y color de la carne a la plancha.


El diagrama muestra esquemáticamente la formación de aminas heterocíclicas (AAH) cuando se somete la carne a altas temperaturas. Concretamente se representa la formación de 2-amino-1-metil-6-fenilimidazo(4,5-b)piridina (PhIP) a partir de L-fenilalanina y creatina. (Fuente)

Se sabe que ambos grupos de compuestos son carcinógenos en roedores, pero aún no hay evidencias suficientes que permitan asegurar que también lo son para los humanos (entre otras cosas porque las dosis empleadas en estudios con animales son mucho más elevadas de lo que sería habitual para un humano). Las AAH no se encuentran en cantidades considerables en otros alimentos que no sean las carnes cocinadas a altas temperaturas, pero los HAP sí, sobre todo si se trata de alimentos chamuscados o ahumados (por ejemplo verduras o pescado a la parrilla, especias como el pimentón ahumado o cervezas elaboradas a partir de maltas tostadas). Por eso la legislación establece límites máximos para la presencia de algunos de estos compuestos en determinados alimentos.
Otras hipótesis
Aparte de lo que acabamos de mencionar, también se barajan otras hipótesis para tratar de explicar la relación entre la carne procesada y el riesgo de cáncer. Entre ellas, el papel de los factores genéticos a la hora de metabolizar la carne, la influencia de la microbiota intestinal o el simple hecho de que el consumo elevado de carne puede desplazar el consumo de otros alimentos que podrían contribuir a la prevención del cáncer, como frutas, verduras, etc.

¿Es mejor comer carne cruda?

Como acabamos de mencionar, durante el cocinado se pueden producir compuestos carcinógenos, como AAH y HAP, así que quizá se te haya ocurrido preguntarte si es preferible consumir la carne cruda. A este respecto, en primer lugar debes recordar que hay compuestos que forman parte de la carne de forma natural (es decir, que están presentes en la carne cruda) y que también se relacionan con el cáncer, como el hierro hemínico. Además, el cocinado tiene importantes ventajas: mejora la digestibilidad y la palatalabilidad de la carne y reduce de forma muy importante los riesgos microbiológicos, es decir, minimiza la transmisión de enfermedades causadas por microorganismos patógenos, tales como listeria, salmonelosis, etc.

Ahora bien, se sabe que cocinar a altas temperaturas o con la comida en contacto directo con una llama o una superficie caliente, como la sartén, la parrilla o la barbacoa, normalmente produce mayor cantidad de esos compuestos carcinógenos. Así, aunque el IARC indica que no dispone de suficientes datos para llegar a una conclusión sobre si el modo en que la carne es cocinada afecta el riesgo de cáncer, el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, indica unas pautas relacionadas con los métodos de cocinado, que podrían reducir la formación de estos compuestos:
  • evitar exponer la carne directamente a las llamas o a una superficie caliente de metal (por ejemplo una sartén sin aceite o una plancha) y evitar cocinar durante un periodo prolongado (especialmente a altas temperaturas) pueden ayudar a reducir la formación de AAH y HAP. 
  • utilizar un microondas para cocinar la carne antes de exponerla a altas temperaturas puede reducir la formación de HAP, ya que se reduce el tiempo de exposición de la carne a altas temperaturas para terminar de cocinarla
  • si en lugar de dejar la carne sobre la fuente de calor la volteamos continuamente, se puede reducir considerablemente la formación de AAH 
  • cortar los trozos chamuscados de carne para no ingerirlos y evitar elaborar salsas con jugo de carne son dos prácticas que también pueden reducir la exposición a AAH y HAP

La Agencia Española de Consumo Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), recomienda además cocinar en recipientes destapados para favorecer la disipación de las nitrosaminas que se puedan ir formando, así como evitar consumir la grasa que se desprende durante el cocinado. 

Cocinar la carne a la brasa es la mejor forma de aumentar la producción de compuestos carcinógenos como HAP y AAH. (Fuente)

¿Mejor casero que industrial?

Una de las primeras ocurrencias que han tenido muchos consumidores tras conocer el anuncio de la OMS es la de elaborar sus propios productos cárnicos en casa, con la idea de que serán más saludables que la carne procesada que se puede encontrar en el mercado. Pero ¿realmente es así? Lo primero que debemos considerar para responder esta pregunta son los factores sospechosos de provocar cáncer colorrectal:

- hierro hemínico: ya hemos visto que el hierro es un compuesto que está presente en la carne de forma natural, así que en este sentido da igual que el producto sea casero o industrial.

- N-nitrosocompuestos: ya hemos visto que gran parte de los N-nitrosocompuestos procedentes de la carne procesada se forman a partir de los nitratos y nitritos que se añaden a ciertos productos para evitar la presencia de C. botulinum y para mejorar el color, el aroma y el sabor. Si en casa optamos por no utilizarlos, no conseguiremos que los productos desarrollen esas características y, sobre todo, correremos el riesgo de padecer botulismo, una enfermedad que puede resultar fatal. Si por el contrario optamos por añadir estos aditivos, el riesgo que corremos es el de hacerlo mal (por ejemplo pasarnos con la dosis o utilizar nitratos junto a otros compuestos incompatibles con ellos), lo cual puede resultar muy peligroso ya que una dosis excesiva puede producir efectos tóxicos graves o incluso la muerte por anoxia. En definitiva, en este aspecto la opción más segura sería la industrial, aunque también hay que señalar que de un tiempo a esta parte hay bastantes marcas que no emplean nitritos en sus productos (o al menos así figura en su etiquetado).


- hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y aminas aromáticas heterocíclicas (AAH): recuerda que estos compuestos se forman durante el cocinado, así que en este sentido daría igual que el producto fuera casero o industrial. También hay que considerar que una buena parte de los HAP que pueden estar presentes en ciertos productos se forman durante el proceso de ahumado. En este aspecto podríamos decir que el industrial es más seguro que el casero, ya que en él se regula el contenido final de HAP (y más seguro aún sería emplear aroma de humo en lugar de aplicar un ahumado tradicional). Otra importante fuente de HAP es el pimentón ahumado, que se emplea como ingrediente en muchos productos cárnicos. Recuerda que la legislación no regula la cantidad de HAP en este condimento, así que en este sentido daría igual casero que industrial.

Por otra parte hay que considerar que los riesgos microbiológicos son menores en los productos industriales que en los caseros, debido a las condiciones y los controles higiénico-sanitarios. Teniendo todo esto en cuenta podríamos decir que desde el punto de vista de la seguridad, es más recomendable la carne procesada que encontramos en el mercado que la que podamos elaborar en casa. Otra cosa muy diferente es que la casera pueda ser (o no) más recomendable desde el punto de vista nutricional u organoléptico (por contener por ejemplo más cantidad de carne magra en lugar de colágeno, menos cantidad de sal o de grasa, mejor pimentón, etc.).

Bacterias de Clostridium botulinum bajo el microscopio electrónico. (Fuente)

¿Cómo se llegó a estas conclusiones?

Hemos visto que todavía no se comprende completamente cómo se incrementa el riesgo de cáncer por la carne roja o la carne procesada, así que ¿cómo es posible asegurar tal cosa? La propia OMS aclara cómo se llegó a estas conclusiones. El Grupo de Trabajo de la IARC revisó más de 800 estudios epidemiológicos que investigaron la asociación del cáncer con el consumo de carne roja o carne procesada en varios países de diferentes continentes, con diversas etnias y dietas. Principalmente se tuvieron en cuenta dos tipos de estudios epidemiológicos:
  • Estudios de cohorte. Para la evaluación la IARC dio prioridad estudios prospectivos de cohorte realizados sobre la población general. En pocas palabras, estos consisten en reclutar un grupo muy numeroso de personas sanas, estudiar diversos factores como la dieta (donde se incluye el consumo de carne), el tabaquismo, la actividad física, etc. y hacer un seguimiento durante largos periodos de tiempo para conocer quién desarrolla cáncer y quién no.
  • Estudios caso-control. Éstos aportaron evidencias adicionales a las obtenidas mediante los estudios anteriores. Este tipo de estudio epidemiológico consiste en comparar dos grupos muy numerosos de personas: uno formado por individuos con la característica que se quiere estudiar, como el cáncer (el caso) y otro formado por individos sanos (el control). A ambos se les pregunta sobre sus hábitos (consumo histórico de carne roja, carne procesada, factores dietéticos y otros factores relacionados con el riesgo de cáncer) para estudiar su posible relación con el cáncer.

¿Son fiables estos estudios? Hay que tener en cuenta que ambos tipos de estudios son observacionales. Como indica Luis Jiménez, autor del blog Lo que dice la ciencia para adelgazar "se utilizan de este tipo porque no hay posibilidad de inclinarse por los de intervención, por razones evidentes (no es ético dar a alguien una gran cantidad de alimento durante un tiempo para ver si le provoca una enfermedad). Así que la deducción de la causalidad no es automática e irrebatible, pero los grandes números y las potentes herramientas estadísticas que se utilizan, permiten conseguir resultados bastante sólidos".

¿La clasificación de la IARC es una medida demasiado drástica?

En el comunicado inicial de la OMS, el doctor Kurt Straif, Jefe del Programa de Monografías de la IARC encargado de hacer este estudio indica que para un individuo, el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal por su consumo de carne procesada sigue siendo pequeño, pero este riesgo aumenta con la cantidad de carne consumida”En otras palabras, lo que viene a decir el doctor Straif es que cuanta menos carne procesada comas, mejor. Quizá te estés preguntando por qué se ha tomado entonces la medida tan drástica de clasificar la carne procesada como carcinógena si los propios autores del estudio indican que el riesgo es pequeño. Debes recordar que esa clasificación se basa en el nivel de evidencia, no en la peligrosidad de la sustancia. Además, el doctor Straif añade: “en vista del gran número de personas que consumen carne procesada, el impacto global sobre la incidencia del cáncer es de importancia para la salud pública. Debes tener en cuenta que el cáncer colorrectal es el que tiene una mayor incidencia en muchos países, como España sin ir más lejos. 

El cáncer de colon es el de mayor incidencia en España. (Fuente)

Críticas por parte de la industria alimentaria

Como puedes imaginar, el anuncio de la OMS no ha sentado nada bien en el sector cárnico. Desde la Federación Europea de Asociaciones Cárnicas (Clitravi), que representa directamente a más de 3.000 industrias cárnicas en 28 países de la UE, se emitió un comunicado en el que se indicaba lo siguiente:
- "El sector europeo de la carne considera inapropiado atribuir a un único factor un mayor riesgo de cáncer. Este es un tema muy complejo que puede depender de una combinación de otros factores, como la edad, genética, dieta, medio ambiente y estilo de vida. No es un único grupo de alimentos específicos por sí mismos el que define los riesgos asociados con la salud, sino la dieta en su conjunto, junto con algunos otros factores". Recuerda que la clasificación de carne y carne procesada llevada a cabo por la IARC se basa en evidencias obtenidas a partir de numerosos estudios epidemiológicos, así que lo adecuado sería tratar de refutarlas con argumentos científicos.

"la IARC ha clasificado la carne procesada y la carne roja en los grupos 1 y 2A respectivamente siguiendo un programa de identificación de peligros que no incluyó el análisis del riesgo. Esto significa que no se tuvo en cuenta la exposición real a la sustancia relacionada con su potencial de causar cáncer". La propia OMS aclaró este punto desde un principio, en un comunicado que publicó conjuntamente con la nota de prensa inicial: "Las clasificaciones de la IARC describen la fuerza de la evidencia científica sobre un agente de ser una causa de cáncer, más que de evaluar el nivel de riesgo".



- "Organismos oficiales, sociedades médicas y expertos recomiendan el consumo de todos y cada uno de los grupos de alimentos para disponer de una dieta saludable, variada y equilibrada, lo que incluye el consumo moderado de productos cárnicos". En realidad lo que se recomienda por parte de organismos oficiales, sociedades médicas y expertos es moderar el consumo de carne y limitar el de carne procesada. Esto es también lo que indicó la OMS en el artículo que acompañó al comunicado inicial: "¿Debo dejar de comer carne? Se sabe que comer carne tiene beneficios para la salud [contiene por ejemplo proteínas de alto valor biológico y micronutrientes como vitaminas del grupo B, hierro y zinc]. Muchas de las recomendaciones nacionales de salud aconsejan a las personas limitar el consumo de carne procesada y carne rojaque están vinculados a un mayor riesgo de muerte por enfermedades del corazón, diabetes y otras enfermedades. ¿Cuánta carne es seguro comer? El riesgo aumenta con la cantidad de carne consumida, pero los datos disponibles para la evaluación no permitieron concluir si existe un nivel seguro". 

Por otra parte, se ha criticado duramente que la clasificación de la IARC englobe todos los productos cárnicos en el mismo saco, cuando en realidad existen diferentes grupos que difieren bastante entre sí. Por ejemplo, a diferencia de un chorizo, una hamburguesa (burger meat) no contiene nitritos, ni se somete a procesos de curado o ahumado. Sin embargo ambos han sido clasificados por la IARC como "carne procesada".

Nota aclaratoria de la OMS

Ante el revuelo formado, la propia OMS se vio obligada a emitir tres días después una nueva nota de prensa para aclarar la situación: "La revisión de la IARC confirma la recomendación de 2002 de la OMS 'Dieta, nutrición y prevención de enfermedades crónicas', informe que aconsejó a la gente moderar el consumo de carne en conserva para reducir el riesgo de cáncer. La última revisión de la IARC no le pide a la gente que deje de comer carnes procesadas, sino que indica que la reducción del consumo de estos productos puede reducir el riesgo de cáncer colorrectal".



No es nada nuevo
Como ves, en su último comunicado la OMS cita un estudio del año 2002. Y es que esto que ha causado tanto revuelo no es nada nuevo. Existen amplios y numerosos estudios sobre el tema desde hace tiempo (más de dos décadas) y son muchos los organismos y profesionales relacionados con la salud que llevan años difundiendo recomendaciones en este sentido. La visión más convincente de la evidencia de un vínculo con el cáncer de intestino proviene de un análisis del año 2011 llevado a cabo por investigadores del Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF, por sus siglas en inglés), que combinó los resultados de una serie de estudios previos, para tratar de tener una idea clara de la situación general.

Consumo de carne y recomendaciones

La OMS indica que, aunque el consumo de carne en el mundo varía enormemente entre diferentes países, si tenemos en cuenta los consumidores que toman ese alimento, la ingesta media de carne roja está entre 50-100 gramos por persona al día. En el caso de la carne procesada existe menos información. ¿Y qué ocurre en España? Según la Encuesta Nacional de Dietética (ENIDE) correspondiente a los años 2009-2010, el consumo de carne roja es de 61 gramos por persona y día, mientras que el consumo de carne procesada es de unos 35 gramos por persona y día.


Consumo de carne en diferentes países del mundo. Los datos incluyen carne roja, carne de ave y carne procesada y están expresados en gramos por habitante y día. (Fuente: ENIDE, 2011)

¿Y cuáles son las recomendaciones de consumo? El dietista-nutricionista Julio Basulto dio respuesta a esta pregunta en un artículo publicado hace unos días. En él indica que la OMS no detalla cifras concretas al respecto, pero que podemos acudir a otros organismos como el WCRF. Éste indica que la media poblacional no debería tomar cada semana más de 300 gramos semanales de carne roja. Como acabamos de ver, el consumo de carne roja en España está en torno a 430 gramos semanales, así que convendría disminuir la ingesta en unos 130 gramos semanales (para que te hagas una idea un filete de ternera pesa unos 100 gramos, mientras que un entrecot de ternera ronda los 200 gramos). En lo que respecta a la carne procesada, la OMS tampoco detalla cifras al respecto, pero acudiendo de nuevo al artículo de Julio Basulto podemos ver que existen diferentes estudios en los que se apunta que el consumo de estos productos no debería superar los 20 gramos diarios. Recuerda que el consumo en España ronda los 35 gramos diarios, así que convendría reducir la ingesta. En cualquier caso, como indica Basulto, el WCRF considera que lo idóneo es evitar en el día a día el consumo de derivados cárnicos.

¿Qué comemos?

Ante el panorama que algunos dibujan en torno a los alimentos y la alimentación, con mensajes que en no pocas ocasiones son tremendistas, contradictorios e incluso falsos, son muchos los consumidores que no tienen claro qué es lo que pueden comer. Las evidencias científicas actuales indican que una dieta saludable debe basarse esencialemente en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, hortalizas, frutos secos, legumbres, cereales integrales, etc.), a lo que se puede añadir huevos y un poco de pescado, leche y carne. Una de las guías más recomendables a este respecto es la de la Universidad de Harvard del año 2011, en la que por cierto se recomienda "limitar la carne roja y evitar beicon, fiambres y otras carnes procesadas".
Derechos de autor © 2011 Universidad de Harvard. Para más información sobre El Plato para Comer Saludable, por favor visite la Fuente de Nutrición, Departamento de Nutrición, Escuela de Salud Pública de Harvard, http://www.thenutritionsource.org y Publicaciones de Salud de Harvard, health.harvard.edu. (Fuente)


¿Modificarás tus hábitos alimentarios?

Después de todo este revuelo, lo que ahora queda ver es si los consumidores modificarán su dieta. Para tratar de obtener alguna pista, realicé una breve (y anecdótica) encuesta a través de la red social Twitter. Según los resultados obtenidos, la mayoría de los encuestados (87%) no modificará su dieta, y una buena parte de ellos (78%) justifica su respuesta indicando que ya come bien. Por supuesto, debes tener en cuenta, que esta encuesta es muy poco rigurosa, ya que presenta numerosos sesgos (para empezar está contestada por personas que siguen este blog, lo que significa que les gusta informarse sobre alimentación). Es decir, los resultados debes tomarlos de forma anecdótica.



Por otra parte, también quedan por conocer los detalles del estudio realizado por la IARC, que verán la luz dentro de unos meses, cuando este organismo publique el monográfico correspondiente, que constituirá el volumen 114. Mientras tanto puedes consultar este artículo de The Lancet donde se ofrece un poco más de información.

Conclusiones



  • El pasado 26 de octubre la IARC, un organismo perteneciente a la OMS clasificó la carne roja como probablemente carcinógeno para los humanos (Grupo 2A) y la carne procesada como carcinógena para los humanos (Grupo 1). 


  • 'Carne roja' se refiere a todos los tipos de carne muscular de mamíferos, tales como la carne de res [vaca], ternera, cerdo, cordero, caballo o cabra (no se incluye la de conejo), mientras que 'carne procesada' se refiere a la carne que se ha transformado a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación, tales como beicon, salchichas, embutidos fiambres, etc.


  • La clasificación de la IARC obedece al grado de evidencia acerca de la relación entre la carne roja/procesada y el riesgo de cáncer colorrectal, sin tener en cuenta el nivel de riesgo. Así, la carne procesada se clasifica en el mismo grupo que el tabaco porque el grado de evidencia es igual para ambos, pero el nivel de riesgo es mucho mayor para el tabaco. De hecho, se estima que cerca de 34.000 muertes por cáncer al año en todo el mundo son atribuibles a dietas ricas en carne procesada, mientras que las muertes por cáncer en todo el mundo atribuibles al consumo de tabaco ronda el millón.


  • La OMS indica que todavía no se comprende completamente cómo se incrementa el riesgo de cáncer por la carne roja o la carne procesada, aunque se sospecha de compuestos como el hierro hemo, presente de forma natural en la carne roja, los N-nitrosocompuestos, formados en buena medida a partir de los nitratos y nitritos empleados como aditivos en algunos productos cárnicos, y algunos compuestos que se forman al cocinar o ahumar la carne, como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y aminas heterocíclicas (AAH).


  • Para llegar a estas conclusiones la IARC revisó más de 800 estudios epidemiológicos que investigaron la asociación del cáncer con el consumo de carne roja o carne procesada en varios países de diferentes continentes, con diversas etnias y dietas.

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