domingo, 25 de septiembre de 2011

Posturas para el portatil y pc en casa.wmv

Una compañia de telefonia nos indica como estar delante de nuestro portail y pc en casa para no tener problemas con la salud. Muy ameno y didactico. Muy recomendable.
Cuando estamos usando durante mucho tiempo el Google o haciendo nuestars tareas la espalda se resiente como las piernas


jueves, 22 de septiembre de 2011

Sana tu cuerpo con tu mente: la ciencia se rinde ante el poder curativo del pensamiento


Hipnosis, placebo, pensamiento positivo, fe espiritual, sueños lúcidos y meditación son algunas de las formas por medio de las cuales la ciencia moderna ha redescubierto que la mente es capaz de operar y sanar el cuerpo.

El Dhammapada, uno de los textos budistas más influyentes, inicia de esta manera: «Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos». Estas palabras se le atribuyen a Buda y se remontan a unos 2500 años, tiempo también que ha tardado la ciencia occidental en reconocer el poder de la mente sobre el cuerpo. Pero parece que por fin, a la luz de la evidencia, el pensamiento científico acepta que el pensamiento —sin reconocer del todo algo como la “energía psíquica”— es fundamental al moldear los estados físicos que experimentamos.

Una de las publicaciones de divulgación científica más importantes del mundo, la revista New Scientist, dedica una reciente edición al poder de la autosanación. Como bien dice la editora Jo Marchant, ya no se necesita ser hippie para creer en el poder de la mente, ahora la ciencia, apoyada en investigaciones rigurosas, puede constatar que la mente es clave en la salud y que probablemente sea el “ingrediente activo” más importante de toda la medicina.

Diferentes estudios en torno al placebo, la hipnosis, la meditación, el pensamiento positivo, la confianza y la intención (entre otros que analizaremos más adelante), muestran que la mentalización ejerce una influencia significativa en determinar el estado de salud de una persona. Esto funciona en ambas direcciones: personas que muestran un alto grado de fe, confianza en sí mismas (o en los placebos), que meditan, visualizan o hacen algún tipo de proyección mental, responden reiteradamente mejor a los tratamientos, se enferman menos y tienen un mayor calidad de vida. Personas sometidas al estrés, que exhiben poca confianza —interés e intención—, que pueden ser calificadas como pesimistas y que en suma no utilizan su mente como herramienta para transformar su cuerpo, por el contrario, tienden a enfermarse más y a responder con menor efectividad a todo tipo de tratamientos.

Tal vez podría parecer una simplificación de la vida y de situaciones tan complejas como pueden ser algunas enfermedades, pero de manera profunda nuestros estados mentales se convierten en nuestro estados físicos y, de alguna forma que se nos escapa en la cotidianidad, la mayoría de nuestras enfermedades son el resultado de procesos psíquicos. Aunque la ciencia occidental contemporánea no ha formulado aún una concepción totalmente integral de la salud, en la que ninguna enfermedad esté desligada de un proceso de mente-cuerpo, es probable que avance hacia allá, curiosamente una evolución que es un regreso a las premisas de la medicina y de la filosofía de culturas tradicionales (generalmente consideradas como primitivas por la ciencia moderna): un entendimiento holístico de la naturaleza.

En este sentido, además de explorar diversas técnicas de mentalización para sanar, habría que reflexionar sobre aquellos pensamientos y patrones mentales que nos han llevado a enfermar, muchos de ellos se ocultarán en nuestro inconsciente y querremos evitar enfrentarlos, pero en el proceso de detectarlos y observarlos estaremos iniciando un viaje vital de autoconocimiento en el que cada uno de nosotros puede convertirse en su propio chamán —verdaderamente en el único médico que puede hacer sanar desde la raíz. Hasta que no hagamos consciente nuestro inconsciente, como enfatizó Carl Jung, estaremos predispuestos ante serie de contingencias que permanentemente amenazan con tomar control de nuestro cuerpo y de la dirección que lleva nuestra vida. (Hacer consciente lo inconsciente también permite que se conozca cómo funciona la mente —al ver las causas y los efectos de manera transparente— y de esta forma evita que tengamos que ser hipócritas o impostores pensando positivo buscando una especie de efecto mágico desconocido y llenando el mundo de sonrisas falsas programadas).

Cada pensamiento, cada actividad mental que realizas, es una semilla de lo que serás. No es necesario invocar a la magia para entender esto, sino a la más pura causalidad, a una minuciosa concatenación de eventos y situaciones mentales que van, de la misma forma que el ejercicio físico, moldeando nuestra anatomía psíquica, la cual ejerce potestad sobre nuestro cuerpo. Como suele decirse en el yoga: “el cuerpo no es sólido, solo la mente”. En la medida en la que seamos capaces, a través de la disciplina, de generar estados mentales suficientemente flexibles, podremos seguramente superar los escollos del cuerpo y de ese supuesto determinismo inexorable que presenta la genética.

PLACEBO

“Yo les hablo a mis pastillas”, dice Dan Moerman, profesor de antropología en la Universidad de Michigan “Hey, muchachos, sé que están haciendo un excelente trabajo”. Tal vez esto pueda parecer ridículo, hablarle a tus píldoras como si fueran seres animados, pero todo indica que funciona.

Hay algo que está claro: el efecto placebo está lejos de ser solamente imaginario. Varios padecimientos como el Parkinson, la osteoartritis, la esclerosis múltiple y por supuesto la depresión, se benefician del tratamiento con placebo. Estudios muestran cambios notables bajo el influjo del placebo, tales como la generación de analgésicos naturales, alteración en los patrones de excitación neuronal, disminución en la presión sanguínea y en el ritmo cardiaco y una mejoría en la respuesta inmunológica. Incluso hay evidencia de que algunos fármacos funcionan amplificando el efecto placebo —cuando las personas no saben que las están tomando dejan de funcionar.

Por otro lado, solamente creer en los efectos dañinos de una sustancia puede hacer que los padezcas, hasta el punto de que el efecto “nocebo” (el hermano maligno del placebo), puede llegar a matar a una persona (New Scientist, 13 May 2009, p 30).

El placebo es especialmente una prueba del poder de la mente de programar al cuerpo, ya que funciona incluso cuando una persona sabe que es placebo. Un estudio reciente en la escuela de medicina de Harvard hizo que pacientes con síndrome de intestino irritable tomaran una píldora inerte. Se les dijo a los pacientes que las pastillas estaban hechas de “una sustancia inerte, como pastillas de azúcar, que han demostrado en estudios clínicos producir mejoras significativas en los síntomas del intestino irritable a través de un proceso de autosanación mente-cuerpo”, lo cual es totalmente verdad. Pese a saber que las pastillas eran inertes, los pacientes que las tomaron reportaron una mejora en sus síntomas significativamente superior a los pacientes que no tomaron el placebo (PLoS ONE, vol 5, e15591).

Así que ya sabes, programa tus pastillas, otórgales propiedades extraordinarias de sanación. Es más, programa tu comida. Programa tu ambiente. Sí, el mundo es placebo, y eso puede ser desconcertante, pero lo cierto es que lo que significa esto es que el mundo puede ser exactamente como lo programes, al programarte a ti mismo.

PENSAMIENTO POSITIVO, OPTIMISMO

Nunca subestimes el poder del pensamiento positivo, aunque esto pueda parecer una solución demasiado simple o hasta estúpida para un problema (el verdadero problema yace en poder sostener el pensamiento positivo e intencionado por una buena cantidad de tiempo).

Los optimistas se recuperan más rápido de los procedimientos quirúrgicos, tienen sistemas inmunológicos más sanos, viven más en general y en especial cuando padecen enfermedades como el cáncer o falla del riñón (Annals of Behavioral Medicine, vol 39, p 4).

En cambio el pensamiento negativo y la ansiedad son importantes causas de enfermedades. El estrés —expresado como la creencia de que estamos en riesgo— detona vías fisiológicas como la respuesta de correr o pelear. Estas han evolucionado para protegernos en situaciones extremas, pero cuando se encienden por periodos prolongados incrementan el riesgo de padecer diabetes o demencia. Así que tranquilo, nada va a pasar si no crees que va pasar. A menos de que haya un (hambriento) tigre dientes-de-sable sentado a lado de tu escritorio, no te preocupes, no es tan importante lo que estás haciendo. Las chill-pills son gratis y son ubicuas en el espacio como hologramas etéreos fosforescentes que pululan alrededor de tu cabeza si te tomas un minuto para enfocar.

Científicos empiezan a descubrir que las creencias positivas no solo funcionan aplacando el estrés. Sentirse sano y salvo, o creer que las cosas saldrán bien, ayuda al cuerpo a mantenerse y repararse. Un estudio reciente concluyó que los beneficios del pensamiento positivo ocurren de manera independiente de los estados negativos, como el pesimismo y el estrés, y son comparables en magnitud (Psychosomatic Medicine, vol 70, p 741). Así que no sólo no pienses negativo, piensa positivo, si es que estás vivo, porque así te sentirás mejor.

La bondad psicofísica del optimismo se traduce en la reducción de los niveles de inflamación y de hormonas de estrés como el cortisol. También puede estimular el sistema nervioso parasimpático, el cual gobierna la respuesta de “descansar y digerir”, opuesta a “correr y pelear” (a veces traducida como “huir y luchar”).

Tan útil como ver positivo el futuro es verte a ti mismo de manera favorable. Autoaumentarte —en un conjuro de placebo narcisista— hace que se tengan menos respuestas cardiovasculares al estrés, te recuperes más rápido y que tengas niveles más bajos de cortisol (Journal of Personality and Social Psychology, vol 85, p 605).

MEDITACIÓN

La meditación es una de las cartas estrella que tiene una persona para re-hackear su cuerpo. Existe evidencia de que la meditación estimula la repuesta inmunológica en personas con cáncer y en personas que han recibido vacunas, protege de la depresión, retarda la progresión del VIH e incluso sirve para limpiar impurezas de la piel. Y es que esa es la otra: la mente no solo es una herramienta para sanar el cuerpo, también para embellecerlo —es el cosmético cósmico.

Regresando al inicio budista de este artículo, el antiguo maestro Nagarjuna, en su texto String of Precious Jewels, escribió que «la paciencia es abandonar los sentimientos de enojo» y también que la “paciencia trae la belleza”. Analizando las palabras de Nagarjuna, Geshe Michael Roache dice: «Para verte a ti mismo como físicamente atractivo y saludable, planta improntas para esto en tu subconsciente al siempre rechazar el enojo». Para cultivar la paciencia —y su potencial de belleza—, nada como meditar.

La meditación ha mostrado un interesante potencial para combatir el envejecimiento. La telomerasa, la capa protectora de los cromosomas, se reduce cada vez que una célula se divide, lo cual propicia el envejecimiento. Estudios realizados en la Universidad de California-Davis muestran que los niveles de una enzima que fomenta la producción de telomerasa eran más altos en personas que habían acudido a un retiro de meditación que en un grupo de control (esto es especialmente interesante, ya que la telomerasa ha logrado revertir los procesos degenerativos en ratas en una investigación reciente de la Universidad de Harvard).

Como ocurre con otros aspectos analizados aquí, la meditación trabaja influyendo en las vías de respuesta al estrés. Las personas que meditan tienen menores niveles de cortisol y muestran cambios en la amígdala, la zona del cerebro que regula el miedo y la respuesta a una amenaza (como el comportamiento de huir y luchar).

Una de las investigadores del estudio citado, Elissa Epel, de la Universidad de California, cree que la meditación puede aumentar “las vías de restauración y aumento de salud”, al detonar una serie de hormonas sexuales y de crecimiento.

El poder de la meditación no requiere de un arduo amaestramiento para hacerse sentir, la meditación puede detonar cambios estructurales en el cerebro con tan solo 11 horas de entrenamiento.

Entre algunos los efectos positivos para la salud documentados de la meditación se cuenta el haber disminuido la violencia en una prisión, combatir el déficit de atención y la depresión, reducir hasta en un 50% la posibilidad de un ataque cardiaco y ser más efectiva que los medicamentos industriales contra el dolor.

HIPNOSIS

El Dr. Peter Whorwell, de la Universidad de Manchester, ha pasado la mayor parte de su carrera recopilando evidencia sobre el uso de la hipnosis para tratar el síndrome de intestino irritable. Esta condición tiene la particularidad de que muchos pacientes sufren síntomas sin que los doctores puedan detectar qué está mal. Muchos de los pacientes de Whorwell habían llegado a un punto casi suicida en el que sentían que la medicina no podía hacer nada por ellos.

Whorwell ha demostrado que bajo hipnosis algunos de sus pacientes pueden reducir las contracciones del intestino —algo que normalmente no se puede controlar conscientemente— y que muchos reducen así el nivel de dolor que sienten (Journal of Psychosomatic Research, vol 64, p 621).

Pese a estudiarse desde al menos el siglo 19, aún no se sabe exactamente cómo funciona la hipnosis, pero se cree que pacientes hipnotizados pueden influir partes de su cuerpo de forma profunda y novedosa, como si tuvieran mayor injerencia o accedieran una mayor capacidad operativa. Algunas personas son capaces de autohipnotizarse, lo cual abre un amplio campo de posibilidades autocurativas.

Entre la hipnosis y la meditación yace la terapia de regresión, en la que un paciente viaja mentalmente a sus recuerdos, representando una narrativa, y enfrenta simbólicamente sus conflictos para de esta forma, en un estado de profundidad psíquica, desamarrar los cuerpos mentales que bloquean la vías por las cuales fluye la energía vital.

LA SOLEDAD, LA ACTITUD HACIA LOS DEMÁS

Recientes estudios científicos muestran que la soledad —más como un estado mental que un hecho físico— puede incrementar el riesgo de sufrir ataques cardiacos, demencia, depresión y otros padecimientos. Por otro lado las personas que están satisfechas con sus vidas sociales duermen más, envejecen más lento y responden mejor a las vacunas. Una vida social estimulante es, según John Cacioppo de la Universidad de Chicago, aún más importante que dejar de fumar para tener una vida sana. Así que ya sabes: esos alegres tabacos fiesteros en comunión tal vez no te están haciendo tan mal —al menos no tanto como esos deprimentes cigarrillos solitarios.

Según Cacippo las personas que llevan vidas sociales ricas no se enferman tanto y viven más tiempo (aunque aquí enfrentamos la posible disyuntiva de si una vida social rica es el resultado de la salud física o viceversa).

Pero Cacioppo defiende que existen mecanismos directos relacionados a la soledad que generan un déficit en la salud. Las personas solitarias bombean más cortisol, un mecanismo que, sugiere, podría haber evolucionado a partir de situaciones en las que percibirse en aislamiento social detonó actividad en el sistema inmunológico, involucrada además en la cicatrización y la infección bacterial, una actividad que puede ser benéfica en ciertos momentos pero que al ser constante puede resultar contraproducente. Cacioppo también teoriza que las personas en grupo podrían estar favoreciendo las respuestas inmunológicas necesarias para combatir los virus, como una de medida de prevención a la posibilidad de contagio.

Significativamente los efectos de la soledad se hacen sentir conforme a una persona se percibe a sí misma y no en relación a su contacto social cuantitativo. Esto podría tener que ver con que, desde un punto de vista evolutivo, estar entre personas hostiles puede ser tan peligroso como estar solo. Por lo cual lo importante es cómo el cerebro procesa esta soledad y cómo es capaz de reforzar sus relaciones con el mundo —las cuales funcionan como defensas autoinmunes (Annals of Behavioral Medicine, vol 40, p 218). Es decir, puedes estar solo, pero si tu mente es fuerte, estarás acompañado por una sana sociedad universal (y los átomos podrán ser micro-budas medicinales).

FE-INTENCIÓN

En un estudio realizado con 50 personas que tenían cáncer en los pulmones, aquellos que tenían “fe espiritul” respondieron mejor a la quimioterapia y vivieron por más tiempo: más del 40% de ellos estaba vivo después de tres años, comparado con solo un 10% en el grupo de poca fe (In Vivo, vol 22, p 577).

Aunque existen numerosos estudios que muestran que las personas “religiosas” tienen mejor salud que las no religiosas, es difícil sacar conclusiones de esto, ya que generalmente las personas religiosas también llevan estilos de vida que en sí promueven la salud. Sin embargo, algunos científicos creen que lo que verdaderamente tiene efectos en la salud es el tener una intención o un sentido de propósito en la vida, sea la que sea. Esto hace que se manejen las situaciones consistentemente con menos estrés, lo cual como hemos visto tiene una cuantiosa serie de beneficios.

Uno de los investigadores que realizó el estudio sobre la meditación y la telomerasa, cree que probablemente el sentido de propósito y la intención fueron al menos tan importantes como la misma meditación en aumentar los niveles de la enzima que repara la telomerasa.

Esto se correlaciona con prácticamente todo lo que hemos visto aquí: dotar a la mente de una clara intención —de curarse, de mejorar, de aprender, etc.— es una forma de avisarle que estamos dispuestos a aceptar transformar la realidad, que estamos abiertos a su operación etérea sobre la falsa rigidez del cuerpo.

SUEÑOS LÚCIDOS

Uno de los más interesantes e inexplorados campos de la autosanación son los sueños lúcidos. El pionero en este campo, el Dr. Stephen Laberge de la Universidad de Stanford, ha demostrado que fisiológicamente las experiencias que se viven dentro de un sueño lúcido son análogas a las que se viven despiertos, de tal manera que el cuerpo presenta las mismas respuestas fisiológicas con un orgasmo onírico lúcido que con un orgasmo despierto, por citar un ejemplo estudiado anteriormente. Esto abre la puerta para que las personas que logran controlar sus sueños puedan utilizarlos como escenarios de prueba, salas de operación, en los que experimenten con el poder de su intención simulando posiblemente acontecimientos de sanación. Si sabemos que lo que sucede en un sueño lúcido sucede con la misma o casi la misma potencia en el cuerpo que lo que sucede despierto, y sabemos que la mente es capaz de detonar una serie de respuestas que desencadenan mecanismos de sanación, entonces ir al doctor en un sueño puede servirnos tanto como ir al doctor despiertos —e incluso podríamos fabricar y tomar, lúcida y lúdicamente, nuestras propias medicinas oníricas.

“Existen sugerencias y anécdotas que señalan que los sueños lúcidos pueden ser útiles para la sanación. Basándose en experimentos llevados a cabo en el pasado, que muestran una fuerte correspondencia entre las tareas realizadas en el estado de sueño y los efectos que tienen en el cerebro y en menor medida en el cuerpo, se ha hecho la sugerencia de que sueños lúcidos específicos podrían facilitar los procesos de sanación del cerebro”, escribe Laberge.

El potencial de sanación de los sueños tiene que ver también, al igual que la hipnosis, con la posibilidad de que en estos estados podamos acceder a partes de nuestro cerebro que pueden enviar órdenes al cuerpo con mayor determinación o simplemente usar partes que no usamos pueda ser en sí mismo un acto saludable.

New Scientist: Heal Thyself

Visto en Pijamasurf

Entrevista a Bruce Lipton


Bruce H. Lipton es un biólogo celular estadounidense, considerado una de las principales y más controvertidas voces en la nueva biología, contraria al paradigma darwinista y partidaria de que el entorno y la cooperación (tesis de Lamarck) y no los genes son el auténtico motor de la vida. Es autor del best seller La biología de la creencia. (Wikipedia)


Entrevista a Bruce Lipton, realizada en junio de 2011 en una de sus visitas a Barcelona, por la directora de la revista Integral y publicada al mes siguiente.

Ha conseguido aunar ciencia y espíritu. No es poco mérito, sobre todo si tenemos en cuenta lo alérgicos que son los científicos a los temas trascendentales. Pero Bruce H. Lipton es un investigador valiente y también un gran comunicador. Recorre medio mundo de conferencia en conferencia haciendo accesible a todos la llamada “nueva biología” y lo hace con increíble pasión. Para explicar cómo funciona la membrana celular –un tema complejo con términos como moléculas de fosfolípidos, proteínas integrales, etc–, recurre a ejemplos como un sándwich de mantequilla con aceitunas. Además de científico, es un divulgador nato y una persona encantadora.


Como biólogo, lleva décadas estudiando las células y ha llegado a la conclusión de que los genes no son la clave de la vida, como asegura la élite científica. ¿En qué no está de acuerdo?
Empecé mi carrera dando clases en la Universidad. Estaba enseñando que los genes controlan la vida, pero tenía un problema con este tipo de enseñanza. Según las teorías genéticas que conocemos, nosotros no elegimos nuestros genes. Si no nos gustan nuestras características, no podemos cambiar nuestros genes. Por tanto, si los genes controlan la vida, nosotros carecemos de ese control y entonces somos unas víctimas. Eso significa que, si hay casos de cáncer o de diabetes en nuestra familia, nosotros no podemos hacer nada: soy una víctima y no puedo cuidar de mí mismo, necesito que otros me cuiden. Son las empresas farmacéuticas las que dicen que van a curarme y pagamos mucho dinero para ello. Y es verdad que la medicina hace milagros, pero solo en traumatología, porque si tengo un accidente, me hace falta otro corazón, me he roto una pierna, es ahí donde es efectiva la medicina. Si preguntas a un médico cómo funciona el cáncer, la diabetes, la artritis… cómo funciona la enfermedad, no lo sabe. Conoce la práctica, pero no tiene respuestas.

¿Los medicamentos pueden ser más peligrosos de lo que creemos?
Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Simplemente, meten la sustancia química en el cuerpo, pero las relaciones dentro del organismo humano son muy complejas. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Y esas personas son muchas más que las que mueren por tomar drogas ilegales. Hay algo que no funciona en la ciencia médica, porque están matando mucha más gente de la que están ayudando. No saben cómo funciona el cuerpo ni las células. No quiero ser muy duro con la medicina, porque hace cosas muy buenas, pero solo en traumatología.

¿Por dónde debería ir la investigación medica si quiere ayudar realmente en la enfermedad?
Tiene que aprender cómo funcionan las células. Hay dos grandes errores en la medicina. El primero es que creen que los genes controlan la vida. Dicen que se encienden y apagan. Pero los genes son como el plano de un arquitecto, un plano para crear las proteínas del cuerpo. Las proteínas nos dan nuestra estructura y nuestro comportamiento. Los genes no controlan la vida, son como un dibujo. Si estamos ante un arquitecto y le preguntamos si su dibujo está encendido o apagado, nos dirá que estamos locos. Y eso ocurre con los genes. Una vez que tienes los planos, necesitas un contratista para hacer la casa. Ahora sabemos que el sistema nervioso y la mente son ese contratista.

¿Cuál es, entonces, la clave para comprender la naturaleza de la vida?
En 1967, hace 44 años, estaba trabajando con células madre. Algunos piensan que la investigación con células madre es reciente, pero yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Puse una célula madre en un plato petri y, como cada diez horas se divide en dos, al cabo de dos semanas, tenía miles de células, todas idénticas. Luego cogí algunas de ellas, las coloqué en otro plato y cambié el entorno celular (son más como peces porque viven en un entorno fluido). Cambié la química en ese plato y ahí formaron músculo. Después, cogí otras del primer plato y las puse en un entorno diferente, y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células enferman y mueren. Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?” ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Esto demuestra una cosa muy sencilla: el destino de la célula refleja lo que está ocurriendo en el entorno. Cambia el entorno y entonces cambiarás el destino. Eso de que los genes son los que controlan la vida es un cuento. Es el entorno el que la controla. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad. El humano es un plato petri cubierto de piel. ¡Es verdad! Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula.

¿Y qué controla la química de la sangre dentro del cuerpo?
El sistema nervioso. ¿Y qué química crea el sistema nervioso en la sangre? Pues depende del sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por ello, si pongo al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, también enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces sana. Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno. Pero hay una diferencia: la mente interpreta. Y así puede suceder que estemos en un entorno muy sano, pero si la mente lo lee como un entorno negativo o malo, crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo.

Pero los científicos desprecian el efecto placebo y el poder de la mente 
para sanar.
Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una capsula? Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. Deberíamos poder decir que la ciencia está separada de la industria farmacéutica, pero no es así, porque con el dinero de esta se está pagando el desarrollo de la ciencia, y ese dinero solo va esos estudios que dicen que las drogas funcionan. El dinero controla la ciencia.

Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la autocuración.
He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se intefiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario. Si estoy huyendo de un león, deja de funcionar. Simple. Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas. El 90 por ciento de la gente que va al médico es debido al estrés, y también el cáncer funciona igual.

Usted insiste en sus libros en que la medicina convencional tampoco tiene en cuenta los campos energéticos.
Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía.Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico.

Si todo es energía, ¿los pensamientos también?
La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos… pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Uno se llama placebo y el otro nocevo. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas.

Y eso enlaza con la física cuántica.
Totalmente. Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado.

Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente.
Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo.

Pero no lo podemos controlar.
Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida.

¿Eso significa que, a pesar de la educación voluntariosa de los padres, los niños absorben también sus enfermedades, o sus actitudes negativas, y así se ‘programa’ su subconsciente?
La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Sería algo así como conducir un coche: si te enseñaron a conducir mal y has automatizado esa forma de conducir, pues lo más probable es que tengas accidentes. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.

¿Cómo podemos reprogramar el subconsciente?
Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Es tu propio comportamiento el que te lleva ahí, pero no te das cuenta. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa informacion, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?” Los pensamientos positivos, el conocimiento… solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente. Técnicas de psicología basadas en la energía como la hipnosis o el Psych-K son una manera de cambiar el subconsciente, es como un aprendizaje rápido.

Con su investigación, ha enlazado ciencia y creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Cree en la eternidad?
Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis celulas y las tralado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Así que cojo otra, la enciendo, conecto el canal y vuelvo a ver el programa de Bruce, pero en otra tele, o lo que es lo mismo, en otro ser. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí. Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate? Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.




Montse Cano, directora de Integral

martes, 13 de septiembre de 2011

Madrid 11-M: 911 días después


El Atentado Terrorista del 11 de Marzo de 2004, en Madrid, fue una Operación Militar de Falsa Bandera, ejecutado por el Integrismo Neoliberal y su brazo armado: la OTAN, con el objetivo de alentar la Islamofobia entre la opinión pública occidental, y conseguir así el consentimiento de la misma para continuar las criminales guerras de saqueo y de rapiña en Oriente Medio, pues el 11-S ya quedaba muy lejos. Mini-Documental del 2006, reeditado y actualizado el 2010.

Duración Total: 20 mins aprox.


Madrid 11-M (Parte 1)



Madrid 11-M (Parte 2)




Salvado de avena



La fibra es un componente de ciertos alimentos comestibles que sirve para darles forma y volumen. Una de las principales características de la fibra es que no se digiere en el tubo digestivo humano, retiene agua, dificulta la absorción de colesterol y aumenta el bolo fecal.

Hay dos tipos de fibra dietética: soluble e insolubre. La fibra soluble retiene el agua y se vuelve gel durante la digestión e igualmente retarda la digestión y la absorción de nutrientes desde el estómago y el intestino. Este tipo de fibra se encuentra en alimentos tales como el salvado de avena, la cebada, las nueces, las semillas, los guisantes y en algunas frutas y hortalizas.

El salvado de avena tiene un elevado contenido en fibra soluble, que contribuye de forma eficaz a reducir los niveles de colesterol en la sangre y regular la glucemia (ideal para los diabéticos). Cuando se digieren las grasas, las fibras solubles se pueden ligar al colesterol, provocando que se eliminen como residuo en lugar de ser absorbidas. Asímismo, ingerido antes de las comidas posee efecto saciante, reduciendo el apetito. Por lo tanto, puede ser útil en dietas de control de peso.

En el año 1992 un equipo de investigadores revisó todos los productos publicados hasta la fecha y llegaron a la conclusión de que la fibra soluble de la avena producía un efecto reductor sobre los niveles de colesterol en la sangre. Se concluyó que el consumo diario de unos 3 gramos de fibra soluble de avena reducía el colesterol sanguíneo en unos 5,9 mg/dL en personas con niveles normales de colesterol y en 18,6 mg/dL en aquellas personas con hipercolesterolemia.


El salvado de avena puede ayudar a:
- Impedir el estreñimiento.
- Reducir el colesterol.
- Disminuir el riesgo de contraer cáncer colorectal.
- Control de peso al reducir el apetito.
- Evitar y tratar la diverticulosis.
- Combatir las hemorroides.
- Impedir la formación de cálculos biliares.
- Controlar los niveles de glucosa sanguínea en pacientes diabéticos.


Cantidad que recomiendan los expertos: 3 gramos al día con abundante agua o líquido, repartidos a lo largo del día (1 gramo antes de cada comida, por ejemplo).

Importante: Señalar que para obtener los beneficios de la fibra dietética se deben tomar suficientes líquidos (agua, sopas, zumos, etc...); al menos dos litros al día para permitir que se efectúen de forma adecuada los movimientos intestinales. También es importante resaltar que tratándose de la fibra de un cereal es imprescindible que el producto proceda de la agricultura ecológica.

jueves, 1 de septiembre de 2011

BEBER AGUA DE MAR

En Tiempo para la verdad, Miguel Celades realiza una sorprendente entrevista a Ángel Gracia. De una forma profunda, magistral y con nuevos datos, Ángel Gracia especifica cómo beber agua de mar y los beneficios que conlleva, mas nos aporta las claves para gozar de una buena salud.