A menos que vayan untados de la cabeza a los pies con cremas de protección solar de factor 60, ponen en juego su vida, o eso les hacen creer aquellos que no persiguen otra cosa que su propio interés.
Por fortuna, este punto de vista está empezando a desmoronarse, ya que no existe ni una sola prueba científica que demuestre que la luz solar produce enfermedades.
Al contrario, lo que se está descubriendo es que la falta de exposición a la luz solar es uno de los mayores factores de riesgo de caer enfermo.
Son muy pocos los que saben que la falta de sol hace que cada año mueran de cáncer unas 50.000 personas tan sólo en Estados Unidos. Como veremos más adelante, son muertes que se habrían podido evitar fácilmente gracias a la vitamina D que produce el cuerpo en respuesta a una exposición regular al sol.
Antes de que se descubrieran los antibióticos en 1930 , la comunidad médica, al menos en Europa, sabía apreciar el poder curativo del Sol. Desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo xx, la terapia basada en la luz solar, la llamada «helioterapia», se consideraba uno de los tratamientos más eficaces contra las enfermedades infecciosas.
Estudios han revelado que los pacientes expuestos a la luz solar de una manera controlada experimentaron un importante descenso de la presión arterial (una bajada de hasta 40 mm Hg), una disminución del nivel de colesterol en sangre, una reducción de los niveles anormalmente altos de azúcar en personas diabéticas y un aumento de los glóbulos blancos que los individuos necesitan para ayudarles a resistir a la enfermedad.
Los pacientes que sufren gota, artritis reumatoide, colitis, arteriosclerosis, anemia, cistitis, eczemas, acné, psoriasis, herpes, lupus, ciática, problemas renales, asma e incluso quemaduras se verán beneficiados por el poder curativo de los rayos solares.
...La exposicion al sol tiene propiedades germicidas, ayuda a eliminar acaros, hongos, germenes, bacterias indeseables......
El médico y escritor Auguste Rollier fue uno de los más famosos helioterapeutas de su época. En el momento más álgido de su carrera dirigía 36 clínicas con un total de unas mil camas en Leysin, Suiza.
Esas clínicas estaban situadas a más de 1.500 m sobre el nivel del mar, una altitud que permitía que sus pacientes recibieran una cantidad de rayos UV mucho mayor que la que es posible en los niveles más bajos de la atmósfera.
El doctor Rollier utilizó los rayos UV para el tratamiento de enfermedades como la tuberculosis, el raquitismo, la viruela, el lupus vulgaris (tuberculosis cutánea) y las heridas; siguió los pasos del médico danés Niels Finsen, ganador del premio Nobel en 1903 por el tratamiento de la tuberculosis con luz ultravioleta.
Rollier descubrió que los baños solares a primera hora de la mañana, junto con una dieta nutritiva, aportaban los mejores resultados.
La sorprendente cura de la tuberculosis y de otras enfermedades que consiguieron esos médicos ocupó los titulares de la época. Lo que más sorprendió a la profesión médica fue que los benéficos rayos solares no surtieran efecto en los pacientes que utilizaban gafas de sol. (Las gafas de sol captan importantes rayos del espectro que el cuerpo necesita tomar a traves de los ojos y llegada al cerebro- glandula pineal directamente)
Estos rayos beneficiosos llegan aunque uno este a la sombra.
Hacia 1933 se había comprobado que la luz solar constituía un tratamiento beneficioso para más de 165 enfermedades diferentes.
Sin embargo, en 1954, tras la muerte de Rollier y el creciente poder de la industria farmacéutica, el uso de la helioterapia empezó a caer en picado.
En la década de 1960, los «fármacos milagrosos» creados por el hombre sustituyeron a la fascinación médica por los poderes curativos del Sol, y en la década de 1980 se comenzó a bombardear cada vez más a la población con las advertencias contra los baños de sol y el riesgo de contraer cáncer de piel.
Hoy en día se considera que el Sol es el principal culpable del cáncer de piel, de las cataratas que preceden a la ceguera y del envejecimiento cutáneo. ...
Tan sólo las personas que se «arriesgan» a tomar el sol descubren que éste les hace sentir mejor, siempre y cuando no usen filtros solares y no se quemen la piel. (las cremas impiden saber cuando te tienes que retirar del sol y ponerte una camiseta y una gorra)
En realidad, lo que hacen los rayos UV del Sol es estimular la glándula tiroides para que incremente la producción de hormonas, lo cual, a su vez, incrementa el ritmo del metabolismo basal del organismo.
Esto ayuda tanto a perder peso como a mejorar el desarrollo muscular. En las explotaciones ganaderas, los animales crecen con mayor rapidez y sobre todo mas sanos cuando se crían al aire libre, y lo mismo ocurre con las personas que toman el sol.
Por tanto, si se desea perder peso o incrementar el tono muscular, el sol tambien ayuda.
En estos últimos años, la utilización de los antibióticos, ha dado lugar al desarrollo de cepas bacterianas resistentes a esos fármacos, bacterias que desafían cualquier tratamiento que no sea el de un uso adecuado de la luz solar, el aire, el agua y los alimentos.
Reducir notablemente o anular cualquiera de estos cuatro elementos esenciales de la vida es abrir las puertas a la enfermedad.
En la población de los países del norte de Europa, como Noruega y Finlandia, que experimenta cada año muchos meses de oscuridad, se produce una mayor incidencia de fenómenos de fatiga, irritabilidad, enfermedad, insomnio, depresión, alcoholismo y suicidio que en la que vive en zonas con más horas de luz solar.
Sus tasas de cáncer de piel también son más altas. La incidencia de melanomas, por ejemplo, es diez veces mayor en las islas Orkney y Shetland, al norte de Escocia, que en las islas mediterráneas.
Los rayos UV activan una importante hormona de la piel llamada solitrol.
Esta hormona influye en nuestro sistema inmunológico y en muchos de los centros reguladores de nuestro organismo, y, junto a la hormona pineal melatonina, da lugar a los cambios de humor y a los ritmos biológicos diarios.
La hemoglobina de los glóbulos rojos necesita la luz ultravioleta (UV) para enlazar el oxígeno que necesitamos para todas las funciones celulares.
La falta de luz solar, por consiguiente, puede considerarse en parte responsable de casi todas las enfermedades, incluido el cáncer de piel y otros tipos de cáncer. Como empezará a advertir el lector, no tomar rel sol puede ser muy perjudicial para la salud.
¿Pueden los rayos UV prevenir y curar el cáncer de piel?
En la actualidad, una de las principales preocupaciones de los científicos es el extraordinario aumento del cáncer de piel en todo el mundo.
Existen tres tipos principales de cáncer de piel, dos de los cuales —el carcinoma de las células basales y el carcinoma escamoso (no melanomas)— son cada vez más frecuentes, mientras que el tercero, el melanoma maligno, es más infrecuente, pero más letal.
La pregunta más acuciante es:
¿por qué iba el Sol a volverse de pronto tan maligno e intentar matar a tantas personas cuando lleva miles de años sin hacer daño a nadie?
La profesión médica afirma que los rayos ultravioleta (UV) son la causa principal del cáncer de piel. Esta teoría se basa en la suposición de que la fina capa de ozono de nuestro planeta permite que penetre en la superficie terrestre una cantidad demasiado abundante de estos rayos, que causaría toda clase de desperfectos, como lesiones en nuestra piel y nuestras células oculares.
Sin embargo, esa teoría tiene importantes fallos y carece de cualquier fundamento científico. Contrariamente a la creencia general, no existe ninguna prueba de que la reducción de la capa de ozono observada en los polos terrestres haya ocasionado un aumento de los melanomas.
La capa de ozono que se halla en la estratosfera destruye o filtra la frecuencia germicida de los rayos UV, de modo que tan sólo pequeñas cantidades —las necesarias para purificar el aire que respiramos y el agua que bebemos— alcanzan realmente la superficie terrestre. A
ese efecto, un estudio realizado en Punta Arenas, la mayor ciudad sudamericana que se encuentra próxima al agujero de la capa de ozono del Antártico, no mostró ningún incremento de las afecciones relacionadas con el agotamiento del ozono. De hecho, las cantidades de rayos UV medidas eran demasiado pequeñas para tener un efecto palpable.
Las mediciones llevadas a cabo en Estados Unidos desde 1974 señalan que las radiaciones de rayos UV que llegan a la superficie terrestre disminuyen ligeramente año tras año.
Esta investigación se emprendió para detectar la frecuencia de la radiación UV que ocasiona quemaduras solares. De 1974 a 1985, la radiación UV ha disminuido un 0,7 % anual y ha seguido descendiendo.
El hecho de que el número de casos de cáncer de piel en Estados Unidos se haya duplicado durante este período de 11 años se contradice con la teoría de que la luz UV es la causante de la epidemia del cáncer de piel.
En 1980, en Estados Unidos se diagnosticaron 8.000 casos de cáncer de piel maligno (melanomas), que ocho años después habían aumentado un 350 %, sumando un total de 28.000 casos. La posibilidad de desarrollar un melanoma en 1930 era tan sólo de una por cada 1.300 personas. Desde 2003, cada año se diagnostican en Estados Unidos de 45.000 a 50.000 nuevos casos.
Se desarrolla a partir de las células llamadas melanocitos en la capa externa de la piel.
Los melanomas suelen iniciarse en los lunares o en zonas de la piel que presentan un aspecto anómalo. Estos canceres de piel, constituyen tan sólo un 5 % de la totalidad de los casos de cáncer de piel diagnosticados.
Lo más sorprendente de esta forma letal de cáncer es que puede aparecer en zonas del cuerpo que no se exponen normalmente al Sol, como los ojos, el recto, la vagina, la boca, el tracto respiratorio, el tracto digestivo y la vejiga urinaria.
En resumen, desde el inicio del nuevo milenio, en Estados Unidos se diagnostica cada año un millón de casos de cáncer de piel de uno u otro tipo. En la actualidad hay millones de pacientes a los que se les ha hecho creer que el Sol es el culpable de su enfermedad cutánea. Sin embargo, dado que las radiaciones de rayos UV disminuyen cada año y el cáncer de piel era una enfermedad muy poco común hace 100 años, cuando las radiaciones eran mucho mayores y la gente pasaba mucho más tiempo al aire libre, ¿qué otros factores son los responsables del cáncer de piel?
A más rayos UV, menos cáncer
Aun cuando la penetración de los rayos UV hasta la superficie terrestre hubiera aumentado un 1 % anual (lo cual no es el caso), ese ligero aumento habría sido cientos o incluso miles de veces menor que la variación normal que experimentan las personas a causa de las diferencias geográficas.
Supongamos que una persona se traslada desde un lugar cercano a cualquiera de los dos polos, por ejemplo, Islandia o Finlandia, a otro próximo al ecuador, como Kenia o Uganda, en el este de África. Cuando llegue al ecuador, la exposición de su organismo a los rayos UV habrá aumentado nada menos que un 5.000 %.
Si está viviendo en Inglaterra y decide mudarse al norte de Australia, la exposición se incrementará un 600 %. Según los cálculos, cada 10 km que una persona se acerca al ecuador, la exposición solar se incrementa un 1 %.
En la actualidad, millones de personas de todo el mundo viajan de zonas de baja radiación solar a zonas de alta exposición, cercanas al ecuador.
Miles de turistas viajan a lugares situados a altitudes mucho mayores que los lugares donde residen. Por cada treinta metros que ganan en altitud se produce un incremento palpable de la exposición a los rayos UV, pero ello no impide que la gente escale montañas o viva en países como Suiza, o a altitudes mucho mayores, como en la cadena montañosa del Himalaya.
Según la teoría que vincula la radiación UV al cáncer, la mayoría de los habitantes de Kenia, del Tíbet o de Suiza deberían sufrir cáncer de piel. Pero no ocurre esto.
Más bien, lo que ocurre es que las personas que viven en grandes altitudes o cerca del ecuador, donde las radiaciones de UV están más concentradas, desconocen prácticamente cualquier clase de cáncer, no sólo el cáncer de piel.
Éllo demuestra que la radiación UV no provoca cáncer y que incluso puede prevenirlo.
Estudios aparecidos en Archive of Dermatology, se llega a la conclusión de que no está demostrado en modo alguno que los filtros protectores solares prevengan el melanoma, como han estado afirmando falsamente la archimillonaria industria de cremas de protección solar, gafas oscuras ... y la clase médica establecida durante décadas.
El doctor Ackerman no se limita a exponer el engaño al que se había estado sometiendo a la población durante décadas, sino que además pone en duda el aumento de la incidencia de casos de melanoma que la clase médica dominante insiste en afirmar.
Ackerman señala que la ampliación de la definición del diagnóstico del «melanoma» ha permitido que exista un número de síntomas mucho mayor que son calificados ahora de enfermedad mortal en comparación con tan sólo treinta años antes.
El melanoma ha adquirido proporciones de epidemia en gran medida debido a manipulaciones estadísticas.
Existen otros factores de riesgo, como tener quemaduras o cicatrices en la piel, o un sistema inmunitario debilitado, haberse sometido a radioterapia en el pasado o padecer enfermedades crónicas de la piel como el lupus.
En otras palabras, si en la actualidad se hiciera el mismo diagnóstico que se hacía hace treinta años, los casos de melanoma habrían aumentado de modo insignificante.
El cáncer de piel causado por las cremas de protección solar
El Sol es completamente inofensivo a menos que expongamos nuestro cuerpo durante prolongados períodos de tiempo, sobre todo entre las 10.00 y las 15.00 horas (en verano). La exposición excesiva al sol nos hace sentir muy acalorados y molestos y nos quema la piel. Para evitar quemarnos y para sentirnos mejor, nuestro instinto natural nos llevará a buscar un lugar sombreado o a darnos una ducha refrescante.
el melanoma ha aumentado su incidencia en las poblaciones de piel pálida (que utilizan cremas protectoras) de todo el mundo, no se ha producido un incremento equivalente en las poblaciones de piel oscura, en las que la incidencia es tan sólo de una décima a una tercera parte.
La piel de esas personas tiene mayor cantidad de melanina, que les protege, pero también es cierto que pasan mucho más tiempo al aire libre expuestos a concentraciones de rayos UV que suelen ser más altas.
mas:
Varias cremas hidratantes elevan el riesgo de cáncer de piel
capitulo EL SOL Y EL MITO DEL CANCER DE PIEL:http://www.4shared.com/document/WzuoiaQ-/el_sol_y_el_MITO_del_cancer_de.html
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