Fuente: JoanFliz x
Y con esto se quita definitavamente su disfraz "filantrópico".
Se trata de un casamiento entre los dos monopolios más brutales de la historia del industrialismo:
Bill Gates controla más de 90 por ciento del mercado de programas patentados de computación y Monsanto cerca de 90 por ciento del mercado mundial de semillas transgénicas y la mayoría del mercado global de semillas comerciales.
No existen en ningún otro rubro industrial monopolios tan vastos, cuya propia existencia es una negación del cacareado principio de "competencia de mercado" del capitalismo.
Tanto Gates como Monsanto son muy agresivos en la defensa de sus mal habidos monopolios.
Aunque Bill Gates intente decir que la Fundación no está ligada a sus actividades comerciales, todo lo que ésta hace demuestra lo contrario:
gran parte de sus donaciones terminan favoreciendo las inversiones comerciales del magnate, además de que en realidad no "dona" nada, sino que en lugar de pagar impuestos a las arcas públicas, invierte sus ganancias donde le favorezca económicamente, incluida como propaganda de sus supuestas buenas intenciones.
Por el contrario, sus "donaciones" financian proyectos tan destructivos como la geoingeniería o la sustitución de medicinas naturales y comunitarias por medicamentos patentados de alta tecnología en las zonas más pobres del mundo. Qué coincidencia, el ex secretario de Salud Julio Frenk y Ernesto Zedillo son consejeros de la Fundación.
Al igual que Monsanto, Gates se dedica también a tratar de destruir la agricultura campesina en todo el planeta, principalmente a través de la llamada "Alianza para una Revolución Verde en África"
Ésta funciona como caballo de Troya para despojar a los campesinos africanos pobres de sus semillas tradicionales, sustituyéndolas por semillas de las empresas primero, y finalmente por transgénicos.
Para ello, la Fundación contrató en 2006, justamente a Robert Horsch, un director de Monsanto.
Ahora Gates, venteando mayores ganancias, se fue directo a la fuente.
Blackwater, Monsanto y Gates son tres caras de la misma figura: la máquina de guerra contra el planeta y la mayoría de la gente que lo habita, sean campesinos y campesinas, indígenas, comunidades locales, gente que quiere compartir información y conocimientos o cualquier otro que no quiera estar en la égida de lucro y destrucción del capitalismo.
Silvia Ribeiro La Jornada
*La autora es investigadora del Grupo ETC
http://www.jornada.unam.mx/2010/10/09/index.php?section=opinion&article=024a1eco
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