24 Domingo jun 2012 Publicado en el Diario La Nación de Neiva (Huila, Colombia) el 24 de Junio de 2012.
¿A dónde consideras que se van todas las rabias contenidas, las palabras no pronunciadas, el perdón no ofrecido, la rigidez mental, el miedo no afrontado, el duelo no elaborado, la culpa no desechada, los ciclos no cerrados, los pensamientos de venganza, la falta de aceptación, el egoísmo, la envidia, el desamor, la terquedad, los juicios, la desesperanza, la frustración, la incapacidad de liberar, el exceso de trabajo, la tristeza, el cansancio, las preocupaciones y tantas otras emociones no expresadas y sensaciones no atendidas?
Louise Hay, famosa escritora americana, y otros muchos estudiosos del tema, afirman que la mayoría de las enfermedades tienen su origen en las emociones y en los patrones de pensamiento errados. Algunas dolencias necesitan un muy corto periodo de tiempo para surgir, otras se incuban, por así decirlo, durante meses y hasta años de pensamientos y creencias arraigadas.
Por ejemplo: el órgano que recibe toda la rabia es el hígado; el estómago, la incapacidad de digerir nuevas ideas; el colón, el no liberar y soltar lo que ya no sirve; la piel, el desequilibrio entre el interior y el exterior; los dientes, la indecisión. La articulaciones se asocian con la rigidez, el cuello con la flexibilidad, la sangre con la alegría que invade el cuerpo; el páncreas, con la dulzura de la vida, el corazón con el amor y la garganta con la expresión. Esta es solo una minúscula muestra.
Está visto entonces que las emociones y la salud física están directamente relacionadas. El cuerpo es sabio y nos habla. Así que escucha sus señales cuando trate de decirte algo. Generalmente empieza haciéndote un llamado de atención, enviándote avisos con pequeños o leves síntomas y si no entiendes el mensaje, literalmente te grita y es cuando te tira a la cama o se desata la enfermedad.
Pero, no intentes curar el cuerpo sin haber antes curado el alma, decía Hipócrates. Identifica, interpreta y verbaliza tus emociones. El Arcángel Uriel, es el “ángel psicólogo”, el experto en esta área. Invócalo y pídele que te ayude a liberar todas las toxinas e impedimentos emocionales que te bloquean y enferman. Aclaro además, que el trabajo con los ángeles no excluye el acompañamiento médico.
No le apuntes solo al alivio temporal del síntoma. Genera el equilibrio desde adentro, trabajando, movilizando y liberando desde la aceptación, el amor y el perdón, las emociones e ideas fijas que han ocasionado tus malestares. Con tu autoanálisis no solo sanarás los signos que se habían manifestado como dolores si no que alcanzarás la sanación permanente y duradera de tu cuerpo físico y emocional.
No poseo el bagaje médico, sin embargo, mi deseo de corazón es trasmitir lo que he aprendido en mis estudios en angelología y anatomía energética entre otros, lo que me han enseñado los pacientes y sobretodo la experiencia personal de haber sufrido la enfermedad en carne propia, cuando caí en un cuadro clínico que ningún doctor pudo diagnosticar.
En mi caso, la enfermedad fue uno de los mecanismos que elegí para “despertar”, y salí adelante gracias a que de la mano de los ángeles comencé a trabajar conmigo misma mis miedos, creencias, fortalezas, vulnerabilidades y patrones de pensamiento (sobre todo la carencia) entre otras cosas.
Cuando estamos “enfermos” hay una desarmonía en nuestro interior por lo que debemos agradecer la oportunidad que se nos brinda de mirar hacia adentro y hacer las paces con uno mismo. “Tu cuerpo refleja tu alma y la paz de tu alma será tu salud”, expresa la doctora canadiense Ghislaine Lactot.
Somos un todo; cuerpo, alma y espíritu y estamos eternamente unidos a Dios; no existe separación alguna. La enfermedad es una ilusión (sé lo complicado que es aceptar este hecho cuando la estamos padeciendo o cuando algún ser querido está afectado).
Detrás de cualquier falsa apariencia o dolencia física que puedas estar viviendo actualmente, recuerda que como hijo y creación de Dios, eres absolutamente majestuoso. Entre más comprendas esta hermosa verdad, más rápido empezarás a encontrar pruebas de este hecho para entender que tienes el poder para autosanar todas las áreas de tu vida y realizar los milagros que esperas.
Nuestro cuerpo reacciona positivamente al amor. Así que ora decretando que tu cuerpo físico YA
está totalmente sano. Hónralo y bendícelo porque es el vehículo que tu
alma está usando. Continuamente envíate energía sanadora de amor.
Aprende a identificar lo que le te hace bien y también lo que hay que
evitar. Date permiso de alejarte de entornos (ambientes físicos),
emociones, relaciones (personas), alimentos y bebidas entre otros que no
te convengan. Al respecto, pídeles apoyo y ánimo a tus ángeles para que
sean como tus entrenadores personales. Confía en su guía y en tu propia
intuición.
Recuerda también que aquello en lo que centramos nuestra atención crece. Mientras más se piense en lo “duro” y en las “pruebas” que nos ha tocado en la vida, más supuestas “pruebas” nos mostrarán. Mientras más afirmes que estás sano, más lo estarás.
¿Cómo puede alguien haber optado por la enfermedad?, me decía una amiga. Honestamente, no tiene sentido culparnos por las lecciones que elegimos en nuestro camino. La culpa debilita y agota; la posición de victima es aun peor. La responsabilidad es la clave. A pesar de lo que haya pasado antes, siempre podemos cambiar nuestros creencias y actitudes con miras a mejorar nuestra condición.
Revisa tus pensamientos, tu lenguaje: tú no eres tu enfermedad. Fluye con lo que está sucediendo en tu vida actualmente, sin oposición ni resistencia de ninguna índole. Cada uno asume su propia sanación: la auto-observación, el amor y la intención genuina son fundamentales en los procesos de recuperación de la salud. Un consejo adicional: no juzgues el resultado.
Trabaja de la mano con nuestro Señor Jesús y el Arcángel Rafael – el ángel sanador por excelencia, para incrementar tu confianza y fe. Pídeles que te ayuden a recordar el ser maravilloso y vital que eres aun cuando las apariencias contradigan esta premisa espiritual. Mantén firme tu actitud positiva, entregando continuamente tus preocupaciones a Dios y a sus amorosos mensajeros.
Toma conciencia y trae a tu memoria tu origen divino y la finalidad de tu existencia como herramientas para sanarte. Presta especial atención a los símbolos y a los mensajes que los ángeles te dejan y que aparecen en tu vida para guiarte hacia las raíces de tus heridas.
Eres la expresión de la divinidad en forma humana. Dios es parte de ti y eres uno con Dios. ¡Ya estás sano! Avanza firmemente y seguro de tu condición perfecta decretando que el espejismo de la enfermedad, cualquiera que sea, no tiene poder sobre ti. Con los ángeles, despierta tu capacidad sanadora innata, comprometiéndote a elegir desde el amor las opciones que respalden y avalen tu salud y felicidad.
Elijo a Dios y deseo su paz en tu corazón.
Recuerda también que aquello en lo que centramos nuestra atención crece. Mientras más se piense en lo “duro” y en las “pruebas” que nos ha tocado en la vida, más supuestas “pruebas” nos mostrarán. Mientras más afirmes que estás sano, más lo estarás.
¿Cómo puede alguien haber optado por la enfermedad?, me decía una amiga. Honestamente, no tiene sentido culparnos por las lecciones que elegimos en nuestro camino. La culpa debilita y agota; la posición de victima es aun peor. La responsabilidad es la clave. A pesar de lo que haya pasado antes, siempre podemos cambiar nuestros creencias y actitudes con miras a mejorar nuestra condición.
Revisa tus pensamientos, tu lenguaje: tú no eres tu enfermedad. Fluye con lo que está sucediendo en tu vida actualmente, sin oposición ni resistencia de ninguna índole. Cada uno asume su propia sanación: la auto-observación, el amor y la intención genuina son fundamentales en los procesos de recuperación de la salud. Un consejo adicional: no juzgues el resultado.
Trabaja de la mano con nuestro Señor Jesús y el Arcángel Rafael – el ángel sanador por excelencia, para incrementar tu confianza y fe. Pídeles que te ayuden a recordar el ser maravilloso y vital que eres aun cuando las apariencias contradigan esta premisa espiritual. Mantén firme tu actitud positiva, entregando continuamente tus preocupaciones a Dios y a sus amorosos mensajeros.
Toma conciencia y trae a tu memoria tu origen divino y la finalidad de tu existencia como herramientas para sanarte. Presta especial atención a los símbolos y a los mensajes que los ángeles te dejan y que aparecen en tu vida para guiarte hacia las raíces de tus heridas.
Eres la expresión de la divinidad en forma humana. Dios es parte de ti y eres uno con Dios. ¡Ya estás sano! Avanza firmemente y seguro de tu condición perfecta decretando que el espejismo de la enfermedad, cualquiera que sea, no tiene poder sobre ti. Con los ángeles, despierta tu capacidad sanadora innata, comprometiéndote a elegir desde el amor las opciones que respalden y avalen tu salud y felicidad.
Elijo a Dios y deseo su paz en tu corazón.
Martha Muñoz Losada