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“LAS
FUERZAS NATURALES QUE SE ENCUENTRAN DENTRO DE NOSOTROS SON LAS QUE
VERDADERAMENTE CURAN LAS ENFERMEDADES.” – Hipócrates de Cos
La medicina energética:
Es una filosofía holística que enseña lo siguiente: «Yo
soy responsable de la creación de mi salud; por lo tanto, en cierto
sentido yo participé en la creación de esta enfermedad. Puedo
participar en la curación de la enfermedad sanándome yo, lo que
significa sanar al mismo tiempo mi ser emocional, psíquico, físico y
espiritual.»
“Curación total” y “cura” no son lo mismo:
Se produce
una «cura» cuando la persona ha logrado controlar o detener el avance
físico de una enfermedad. Curar una enfermedad física, sin embargo, no
significa necesariamente que se haya aliviado también el estrés
emocional y psíquico que formaba parte de ella. En este caso es muy
posible, y con frecuencia probable, que la enfermedad reaparezca.
El proceso
de la cura es pasivo, es decir, el paciente se inclina a ceder su
autoridad al médico y al tratamiento prescrito, en lugar de desafiar
activamente la enfermedad y recuperar la salud. La curación total, en
cambio, es un proceso activo interno que implica investigar las
actitudes, los recuerdos y las creencias con el deseo de liberarse de
todas las pautas negativas que impiden la total recuperación emocional y
espiritual. Esta revisión interna conduce inevitablemente a la revisión de las circunstancias externas, con el fin de recrear la vida de modo que active la voluntad: la voluntad de ver y aceptar las verdades de la propia vida y de la forma en que se han utilizado las energías, y la voluntad de utilizar la energía para crear amor, autoestima y salud.
El
lenguaje de la medicina oficial tiene un tono más militar que el de la
medicina energética: «El paciente fue atacado por un virus»; o bien:
«Una sustancia contaminó el tejido celular, produciendo un tumor
maligno.» La filosofía de la medicina oficial considera al paciente una
víctima inocente, o prácticamente impotente, que ha sufrido un ataque
no provocado.
En la
medicina oficial, el paciente sigue un tratamiento prescrito por el
médico, de modo que la responsabilidad de la curación la tiene el
médico. Si el paciente colabora o no con su médico es un hecho que
ciertamente influye en el tratamiento, pero su actitud no se considera
importante para el proceso, ya que los medicamentos y la cirugía son los
que hacen la mayor parte del trabajo. En las terapias holísticas, por
el contrario, la disposición del paciente para participar plenamente en
su curación es necesaria para el éxito.
Las medicinas holística y oficial adoptan dos actitudes diferentes respecto al poder; activa y pasiva:
Los
tratamientos con sustancias químicas de la medicina oficial-tradicional
no requieren ninguna participación del paciente; en cambio una técnica holística, como la visualización, por ejemplo, es mejorada, intensificada, por un paciente activo e implicado. Es decir, se
produce una conexión energética entre la conciencia del paciente y la
capacidad curativa de la terapia y a veces incluso del terapeuta. Cuando
la persona es pasiva, es decir, adopta la actitud de «hágamelo», no
sana totalmente; puede recuperarse, pero es posible que jamás trate
realmente el origen de la enfermedad.
Adquisidores patológicos:
La madre que
sufría de depresión y dolor crónico de cuello y espalda, el padre que
sufre de dolor de estómago y de estrés, el hijo que se queja
constantemente son un ejemplo de personas que sólo tienen poder pasivo. Este
tipo de personas dependientes creen que deben extraer poder del
ambiente externo y de otras personas, o por medio de ellas. Consciente o
inconscientemente, piensan: «Sola(o) no soy nada.» Este tipo de
personas buscan adquirir ese “poder” mediante el dinero, la posición
social, la autoridad política, social, militar o religiosa, y la
relación con personas influyentes. No
expresan francamente sus necesidades, sino que se hacen expertas en
tolerar o manipular situaciones insatisfactorias depositando toda
esperanza y acción-reacción del exterior.
Puntos o nodos energéticos:
En el
sistema energético humano, las interacciones de la persona con su
entorno se pueden comparar con circuitos electromagnéticos. Estos
circuitos recorren todo el cuerpo y nos conectan con objetos externos y
otras personas. Nos sentimos atraídos hacia objetos o personas
poderosos, u «objetivos de poder», para introducir ese poder en nuestro
sistema. Pero esa conexión con un objeto de poder, extrae una parte de
poder de nuestro campo y lo sitúa en el objetivo. Al principio se puede
entender como meramente simbólicos estos “circuitos” de energía, pero
es posible como también probable que en realidad, estos puntos, nodos o
como se les desee llamar, sean verdaderas vías energéticas.
Con
frecuencia se oye decir a ciertas personas que se sienten «enganchadas»
a otra persona o a una experiencia del pasado. Algunas comentan que se
sienten después de estar con cierta persona o en un
determinado ambiente. De hecho estas palabras “corrientes” describen la
interacción, mejor de lo que podemos pensar, la situación de nuestro
campo energético con nuestro entorno.
Cuando una persona dice que está «enganchada» a alguien o algo de
un modo negativo, o se identifica excesivamente con un objeto o
posesión, inconscientemente está realizando un diagnóstico intuitivo, está identificando el modo en que pierde poder. A estas personas se les podría llamar adquisidoras.
El tipo más extremo de adquisidor es el adictivo:
Al margen del tipo de adicción que tenga la persona (drogas, alcohol o dominio sobre los demás), sus
circuitos energéticos están tan absolutamente conectados con el
objetivo que ya no pueden hacer uso de su capacidad de razonar.
En un seminario en Dinamarca para personas que eran seropositivas que ya habían desarrollado el sida, me encontré ante un caso que ilustra trágicamente las consecuencias energéticas de una adicción. Había
allí una mujer llamada Anna, que había contraído el virus del sida
debido a su ocupación, la prostitución. Anna tenía modales de niña y
era muy menuda. También se encogía, porque hacía un mes uno de sus
clientes le había roto varias costillas.
En un momento dado hablé de lo que se necesita hacer para superar una enfermedad grave. Dije: las adicciones, por ejemplo, al tabaco, a las drogas o al alcohol, restan valor al proceso de curación. Durante
uno de los descansos Anna se acercó a mí y me dijo: «Pero, Caroline,
¿qué daño puede hacer fumar sólo dos cigarrillos al día?» Al mirarla
comprendí que si yo hubiera tenido en una mano la cura para el sida y
en la otra un cigarrillo, y le hubiera dado a elegir entre ambas cosas,
su mente habría elegido la cura para el sída, pero todos sus circuitos
energéticos habrían ido directamente hacia ese único cigarrillo.
Es imposible insistir lo suficiente en este punto: los objetivos a los que conectan sus circuitos energéticos los adquisidores, con otras personas o con cosas, son aquellos a quienes les han cedido su poder,
concretamente el poder de dominarlos. La adicción de Anna a los
cigarrillos tenía más autoridad sobre ella que su deseo de sanar.
Incapaz de tomar decisiones adecuadas para ella, estaba atada a un
hábito de dejar su energía en manos de otros,
casi siempre a su “chulo” (proxeneta) y a sus cigarrillos, los dos
objetivos de poder que la dominaban totalmente. La curación estaba fuera
de su alcance porque, en esos momentos, su poder sólo existía fuera de los límites de su cuerpo físico.
No es fácil para la mente competir con las necesidades emocionales, pero tampoco es imposible. Anna
sabía muy bien que tanto su ocupación como su adicción a los
cigarrillos eran peligrosas para su salud. Pero emociónalmente seguía
anhelando el tabaco porque creía que la relajaba, y continuaba con su
“chulo” porque creía que éste cuidaba de ella. Su mente había racionalizado su aferramiento emocional, y quería negociar su proceso de curación justificando que dos cigarrillos no podían dañar su salud. Su incapacidad para superar sus adicciones, la incapacitaba para recuperar su poder de sanar.
No
es la mente “racional” o las neceidades naturales; sino nuestros
“deseos” emocionales que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra
vida, los que controlan nuestra adhesión-dependencia a los objetivos de
poder. El famoso dicho “el corazón tiene razones que la razón no comprende” capta perfectamente esta dinámica. Inevitablemente, a la persona adquisidora
le resulta muy difícil utilizar su intuición y análisis para
entenderlo y aplicarlo. Su propia estima y educación están tan adheridos
a la “opinión” de su objetivo de poder que automáticamente niega
cualquier información que le transmita su intuición. La intuición clara, precisa la capacidad de respetar las propias impresiones. Si necesitamos que otra persona dé validez a nuestras impresiones, obstaculizamos enormemente nuestra capacidad de intuir.
Puesto que
la curación no es negociable, el reto es mucho mayor para las personas
adquisidoras que para las que tienen un sentido de poder activo. Sanar es, por encima de todo, la tarea de una sola persona. Nadie
puede sanar por otro. Podemos ayudar a otras personas, ciertamente,
pero nadie puede, por ejemplo, perdonar a alguien en nombre de otra
persona, ni tampoco hacer que otra persona se libere de recuerdos o
experiencias dolorosos que necesita liberar para sanar.
Dado
que la naturaleza misma del poder pasivo es «poder mediante
adhesiones», va en contra de toda la biología de una persona
adquisidora soltar o separarse de los objetivos que agotan su energía.
Estas personas están casi programadas para los tratamientos de la
medicina oficial, lo que no siempre es necesariamente negativo; el
tratamiento oficial es la forma de curación más apropiada para aquellas,
mientras continúen pasivas.
Extracto de: “Anatomía del espíritu” de Caroline Myss. Modificado, ampliado y adaptado por Ocelopilli Balam.
He aquí otro ejemplo para poder CREAR LA SANACIÓN:
En el
siguiente video, Gregg Braden habla sobre cómo todos formamos parte de
un campo de energía, el cual aplicado de manera correcta, dejaría en
segundo término para el tratamiento de patologías a la medicina moderna.
En China, una clínica no convencional emplea esta tecnología “oculta”
(no conocida, apenas difundida) para curar todo tipo de enfermedades.
Aquí, se proyecta y se observa como un tumor de vejiga es eliminado en 3
minutos a través de únicamente el uso de la energía, en donde el sentimiento, el convencimiento y el conocimiento energético de quien lo aplica en el aquí y el ahora, lo crea y lo hace posible sin lapso de tiempo expectante, sin titubeos, sin dudas:
FUENTE: http://nuestramentalidad.wordpress.com
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