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Es
un ejercicio de enraizamiento que resulta muy efectivo para arraigar y
equilibrar la energía. Con él, podrás traer la energía de la Tierra y de
la matriz cristalina a tu cuerpo y, con la combinación de ambas, podrás
crear un escudo protector de energía de luz equilibrada y arraigada.
Puedes utilizar este ejercicio de enraizamiento en cualquier momento en que creas que necesitas volver a enraizarte, volver a tu centro, cuando te sientas ansioso, con miedo o, simplemente, cuando necesites un pequeño aporte extra de energía.
Puedes utilizar este ejercicio para arraigar y enraizar tu energía con la energía de la Tierra y la matriz cristalina (que es una rejilla de luz que se encuentra por encima de la Tierra). Con él, podrás introducir en tu cuerpo la energía de la Tierra y la energía de la matriz cristalina, desde tu coronilla.
Realizaremos una serie de ejercicios para unir estas energías, para que después puedan crear un escudo protector de luz a nuestro alrededor.
Siéntate con la espalda recta, con los pies bien asentados en el suelo y las manos suavemente apoyadas en el regazo.
Toma una inhalación profunda y comienza a relajarte, con la intención de enraizar, centrar y equilibrar tu energía.
En la siguiente inhalación, vas a sentir la Tierra bajo tus pies.
Imagina que unas raíces salen de la planta de los pies para adentrarse en el interior de la Tierra. A través de esas raíces, vas a traer la energía de la Tierra hasta los pies, las piernas, hasta las caderas, el vientre, hasta llegar a tu centro del corazón.
Haz una pausa y, al exhalar, imagina un rayo de luz de la longitud de tus brazos que comienza a rodearte, por delante y por detrás. Puedes hacer el rayo tan grande o tan pequeño como desees; puede ser como una línea delgada que creas a tu alrededor o como una inmensa esfera que te cubre completamente.
En la siguiente inhalación, lleva la atención a la coronilla y puedes imaginar que se abre tanto como desees. Visualiza entonces la matriz cristalina, esa red energía que se encuentra por encima de tu cabeza, imaginando que vierte su energía hasta tu coronilla, y que va descendiendo por tu cabeza, tu cara, cuello, hasta llegar al centro corazón, en el centro del pecho.
Haz una pausa durante unos momentos, y con una larga exhalación, imagina que sale de tu corazón un rayo de luz de la longitud de tus brazos y que te envuelve completamente en un círculo que, de nuevo, puede ser tan pequeño o tan grande como quieras imaginar.
En la siguiente inhalación, imagina que entra por tus pies la energía de la Tierra, al mismo tiempo que la energía de la matriz cristalina entra por la coronilla, y visualiza como ambas se reúnen en tu corazón.
Al exhalar, visualiza de nuevo el rayo de luz de la longitud de tus brazos que te envuelve completamente en una esfera, tan grande o tan pequeña como desees. Puede ser diminuta, como un pequeño donut, o como un inmenso capullo de protección que te rodea.
Para practicar, realizaremos este proceso una vez más.
Lleva la energía de la Tierra desde los pies hasta el corazón, a la vez que atraes la energía de la matriz cristalina también hasta el corazón, imaginando que las dos se unen en ese punto. Inhala, imaginando que afluye a tu corazón tanta energía como quieras.
En la exhalación, vas a irradiarla desde el pecho en forma de un rayo de luz, que va formando una esfera que te envuelve completamente, por delante y por detrás. De nuevo, la esfera puede ser tan grande como desees.
Ahora, centra tu intención en enraizar y centrar tu energía, por arriba y por debajo. Siéntete como el punto de encuentro entre la matriz cristalina por encima de tu cabeza y la Tierra bajo tus pies. Realiza cualquier ajuste que consideres necesario para que tu energía esté perfectamente equilibrada y centrada, y para que tu parte humana y tu parte divina estén en armonía, lo material y lo espiritual, la tierra y el cielo.
Puedes realizar esta meditación siempre que te encuentres estresado, ansioso, preocupado, enfadado, o si sientes que has perdido el equilibrio. Toma entonces una inhalación y atrae la energía de la Tierra y de la matriz cristalina hacia tí, para irradiar desde tu corazón un anillo de protección, de manera que tanto la energía de la Tierra como la energía de la matriz cristalina te protejan y estén siempre a tu alrededor.
Puedes utilizar este ejercicio de enraizamiento en cualquier momento en que creas que necesitas volver a enraizarte, volver a tu centro, cuando te sientas ansioso, con miedo o, simplemente, cuando necesites un pequeño aporte extra de energía.
Puedes utilizar este ejercicio para arraigar y enraizar tu energía con la energía de la Tierra y la matriz cristalina (que es una rejilla de luz que se encuentra por encima de la Tierra). Con él, podrás introducir en tu cuerpo la energía de la Tierra y la energía de la matriz cristalina, desde tu coronilla.
Realizaremos una serie de ejercicios para unir estas energías, para que después puedan crear un escudo protector de luz a nuestro alrededor.
Siéntate con la espalda recta, con los pies bien asentados en el suelo y las manos suavemente apoyadas en el regazo.
Toma una inhalación profunda y comienza a relajarte, con la intención de enraizar, centrar y equilibrar tu energía.
En la siguiente inhalación, vas a sentir la Tierra bajo tus pies.
Imagina que unas raíces salen de la planta de los pies para adentrarse en el interior de la Tierra. A través de esas raíces, vas a traer la energía de la Tierra hasta los pies, las piernas, hasta las caderas, el vientre, hasta llegar a tu centro del corazón.
Haz una pausa y, al exhalar, imagina un rayo de luz de la longitud de tus brazos que comienza a rodearte, por delante y por detrás. Puedes hacer el rayo tan grande o tan pequeño como desees; puede ser como una línea delgada que creas a tu alrededor o como una inmensa esfera que te cubre completamente.
En la siguiente inhalación, lleva la atención a la coronilla y puedes imaginar que se abre tanto como desees. Visualiza entonces la matriz cristalina, esa red energía que se encuentra por encima de tu cabeza, imaginando que vierte su energía hasta tu coronilla, y que va descendiendo por tu cabeza, tu cara, cuello, hasta llegar al centro corazón, en el centro del pecho.
Haz una pausa durante unos momentos, y con una larga exhalación, imagina que sale de tu corazón un rayo de luz de la longitud de tus brazos y que te envuelve completamente en un círculo que, de nuevo, puede ser tan pequeño o tan grande como quieras imaginar.
En la siguiente inhalación, imagina que entra por tus pies la energía de la Tierra, al mismo tiempo que la energía de la matriz cristalina entra por la coronilla, y visualiza como ambas se reúnen en tu corazón.
Al exhalar, visualiza de nuevo el rayo de luz de la longitud de tus brazos que te envuelve completamente en una esfera, tan grande o tan pequeña como desees. Puede ser diminuta, como un pequeño donut, o como un inmenso capullo de protección que te rodea.
Para practicar, realizaremos este proceso una vez más.
Lleva la energía de la Tierra desde los pies hasta el corazón, a la vez que atraes la energía de la matriz cristalina también hasta el corazón, imaginando que las dos se unen en ese punto. Inhala, imaginando que afluye a tu corazón tanta energía como quieras.
En la exhalación, vas a irradiarla desde el pecho en forma de un rayo de luz, que va formando una esfera que te envuelve completamente, por delante y por detrás. De nuevo, la esfera puede ser tan grande como desees.
Ahora, centra tu intención en enraizar y centrar tu energía, por arriba y por debajo. Siéntete como el punto de encuentro entre la matriz cristalina por encima de tu cabeza y la Tierra bajo tus pies. Realiza cualquier ajuste que consideres necesario para que tu energía esté perfectamente equilibrada y centrada, y para que tu parte humana y tu parte divina estén en armonía, lo material y lo espiritual, la tierra y el cielo.
Puedes realizar esta meditación siempre que te encuentres estresado, ansioso, preocupado, enfadado, o si sientes que has perdido el equilibrio. Toma entonces una inhalación y atrae la energía de la Tierra y de la matriz cristalina hacia tí, para irradiar desde tu corazón un anillo de protección, de manera que tanto la energía de la Tierra como la energía de la matriz cristalina te protejan y estén siempre a tu alrededor.
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