Desde hace siglos, las medicinas herbarias tradicionales de los
países asiáticos han considerado la cúrcuma un remedio eficaz para el
tratamiento de la inflamación y el dolor provocados por la artritis,
los problemas reumáticos y las dolencias respiratorias que cursan con
inflamación. Pues bien, a raíz de una serie de hallazgos, como los del
Dr, Bharat B. Aggarwal, se puso en marcha una intensa labor
investigadora universitaria, tanto en la India como en otros países,
para intentar desentrañar los mecanismos por los que esta especia logra
reducir la inflamación.
Este investigador y su equipo comprobaron primero que la actividad antiinflamatoria de la cúrcuma se debe esencialmente a la curcumina, que logra modular el metabolismo del ácido araquidónico e inhibe, según los informes, tanto la vía inflamatoria cicloxigenasa, que da lugar a la formación de prostaglandinas, como la vía lipoxigenasa, que activa la formación de leucotrienos. Se evita así el desarrollo de los procesos inflamatorios y la agregación plaquetaria.
DE LA INFLAMACIÓN A LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER
Hoy sabemos que la curcumina es un buen tratamiento -por sí misma, o como coadyuvante- en numerosas dolencias diferentes que tienen en común los procesos inflamatorios. Artritis, inflamación intestinal, enfermedades cardiovasculares y autoinmunes...
Por otra parte, los procesos inflamatorios pueden alterar el amiloide, una proteína que podemos encontrar en el cerebro, que entonces suele actuar de forma caótica, lo cual genera beta-amiloide, una proteína tóxica para las células del sistema nervioso. Se acumulan depósitos pegajosos de beta-amiloide alrededor de las células que el cerebro no puede descomponer o eliminar, con el consiguiente peligro (esta proteína se está estudiando intensivamente por su implicación en la formación de placas seniles en la enfermedad de Alzheimer).
Este investigador y su equipo comprobaron primero que la actividad antiinflamatoria de la cúrcuma se debe esencialmente a la curcumina, que logra modular el metabolismo del ácido araquidónico e inhibe, según los informes, tanto la vía inflamatoria cicloxigenasa, que da lugar a la formación de prostaglandinas, como la vía lipoxigenasa, que activa la formación de leucotrienos. Se evita así el desarrollo de los procesos inflamatorios y la agregación plaquetaria.
DE LA INFLAMACIÓN A LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER
Hoy sabemos que la curcumina es un buen tratamiento -por sí misma, o como coadyuvante- en numerosas dolencias diferentes que tienen en común los procesos inflamatorios. Artritis, inflamación intestinal, enfermedades cardiovasculares y autoinmunes...
Por otra parte, los procesos inflamatorios pueden alterar el amiloide, una proteína que podemos encontrar en el cerebro, que entonces suele actuar de forma caótica, lo cual genera beta-amiloide, una proteína tóxica para las células del sistema nervioso. Se acumulan depósitos pegajosos de beta-amiloide alrededor de las células que el cerebro no puede descomponer o eliminar, con el consiguiente peligro (esta proteína se está estudiando intensivamente por su implicación en la formación de placas seniles en la enfermedad de Alzheimer).
Extraído de: Revista Integral (Especial Salud) n.° 6
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