Para entender
el papel central que desempeña la flora intestinal, debe tener en
cuenta que sus intestinos contienen de forma natural alrededor de 100
billones de bacterias (si, nada menos que 14 ceros).
Para
hacerse una idea de su magnitud, piense que se trata de una cantidad
diez veces superior al número de células de todo el cuerpo. Esta enorme
población de bacterias se divide en más de 500 especies diferentes, que
forman lo que se conoce como microbiota intestinal (o flora intestinal).
Los
probióticos son una variedad de bacterias buenas que colonizan la flora
bucal, intestinal y vaginal. Son conocidos por sus efectos beneficiosos
sobre el sistema inmunológico y por fortalecer las defensas naturales. Los
mejor conocidos son las bacterias del ácido láctico, que se llevan
utilizando desde hace miles de años para la conservación de los
alimentos por fermentación (verduras, cereales, carnes, etc.). También
se utilizan en la producción de yogur.
Entre estas bacterias de ácido láctico, hay una particularmente interesante, que es el Lactobacillus gasseri,
un probiótico esencial para el equilibrio de la flora intestinal y
también para controlar el peso. Este se instaló en el organismo
originalmente en gran parte por el primer contacto e intercambio
fisiológico entre la madre y el niño al nacer. Pero ya de adultos es
posible sembrar la flora intestinal con Lactobacillus gasseri.
En un primer momento se descubrieron propiedades del Lactobacillus gasseri que reforzaban el sistema inmunitario, beneficio que comparte con otras bacterias de la familia Lactobacillus.
Pero lo que hace especial a este probiótico es su inusual capacidad
para ayudar a las personas a bajar de peso, especialmente alrededor del
abdomen.
El “disparador” para perder el exceso de peso
En 2010, investigadores japoneses realizaron un estudio cuyo objetivo fue examinar los efectos de los probióticos Lactobacillus gasseri sobre la obesidad. Este estudio humano confirmó los resultados de un ensayo previo que había demostrado su eficacia para reducir los niveles de grasa en animales. Estos resultados se explican por su capacidad para hacer más impermeable e impenetrable la barrera de la mucosa intestinal. Por lo tanto, las sustancias nocivas no pueden entrar libremente en la sangre.
Además puede cambiar las señales químicas del sistema digestivo, modificando el tratamiento de la grasa en el cuerpo.
En cuanto a la pérdida de peso que es posible gracias a la suplementación con Lactobacillus gasseri,
no se trata de esperar milagros de la noche a la mañana. El
reequilibrio de la flora intestinal es complejo y llevará tiempo, sea
cual sea su situación actual.
Sin
embargo, la evidencia de su acción sobre la pérdida de peso está ahí.
Los sujetos del estudio japonés citado perdieron grasa abdominal sin
hacer dieta. Y es que al sembrar el intestino de Lactobacillus gasseri,
se equilibra la flora intestinal y se mejora el metabolismo. Así que no
hay duda de que esta es una forma muy interesante de multiplicar los
efectos de cualquier dieta.
También
es recomendable su ingestión por las mañanas en ayunas, para aumentar
aún más su biodisponibilidad. Esto se debe a que los probióticos son en
gran parte destruidos por la acidez del estómago cuando está cerrado, es
decir, cuando produce jugos gástricos (ricos en ácido clorhídrico) para
digerir los alimentos. Por eso es muy importante tomarlos cuando el
estómago está vacío.
Su organismo se beneficiará de los efectos de los probióticos Lactobacillus gasseri para:
- Mejorar de forma general su salud sin esfuerzo y perder la grasa subcutánea abdominal.
- Prevenir y tratar los trastornos digestivos ocasionados por una flora intestinal de baja calidad (por ejemplo hinchazón, gases, estreñimiento, diarrea …).
- Repoblar la flora intestinal y combatir los trastornos causados por la contaminación externa.
- Fortalecer su sistema inmunológico, la primera línea de defensa contra todas las enfermedades, y sus otras funciones vitales, como la digestión y la absorción de hidratos de carbono, la producción de vitaminas y minerales y la eliminación de toxinas.
El problema de los probióticos por vía oral
El mayor
desafío para los probióticos es su biodisponibilidad, es decir, la
cantidad real de probióticos con las que su cuerpo se beneficiará al
final. Y es que hay que recordar que los probióticos son bacterias
vivas, que sufren los ataques ácidos de las enzimas de la saliva y del
estómago. Por eso, la mayoría de las bacterias desaparece en su camino
al estómago y las que sobreviven difícilmente tienen posibilidad de
instalarse en el intestino una vez superada la barrera del estómago.
Ese es
el gran reto al que se enfrentan los laboratorios a la hora de crear
probióticos: conseguir que estas bacterias buenas no mueran antes de
llegar a su destino. En definitiva, puede haber una gran diferencia
entre la dosis que indica que contiene la etiqueta de un producto y la
que realmente va a llegar a su intestino y actuará en su organismo.
La clave es la elección de las cepas probióticas,
la dosis que incluye, el tipo de cápsula que se elige para que las
bacterias hagan el “viaje” a través del tubo digestivo, el modo de
fabricación e incluso el de almacenamiento.
Por lo
tanto, el primer consejo a la hora de escoger un probiótico es fijarse
en la población bacteriana que contiene. Mil millones de bacterias es el
mínimo; por debajo de esta cantidad el efecto que se puede esperar es
casi nulo. Pero si quiere escoger un producto con garantías de que le
ayude a repoblar su flora intestinal mi consejo es que empiece a confiar
a partir de ocho mil millones.
Sergio García Calvillo
Licenciado en CC Quimicas y Diplomado en Naturopatia
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