del libro "Principios Ocultos de la Salud y la Curación", de Max Heindel
CAPITULO XIX
ALCANCE Y LIMITACIONES DE LA CURACION
La ley del destino
Un
número siempre creciente de médicos se está convenciendo actualmente de
que la Ley del Destino es un factor importantísimo en producir las
enfermedades y retardar el restablecimiento, aunque en realidad no crean
en la falacia de un Destino inexorable. Reconocen que Dios no nos
aflige voluntariamente ni quiere hacérsela pagar al trasgresor.
Comprenden que todos los sufrimientos y dolores tienen por objeto
impartirnos lecciones que no podríamos o no querríamos aprender de otro
modo. Los astros señalan el período estimado como requisito para
enseñarnos la lección, pero aún Dios no puede determinar el tiempo
exacto ni la cantidad de sufrimiento necesario, porque nosotros tenemos
esa prerrogativa, porque somos divinos. Si comprendemos nuestra transgresión y
comenzamos a obedecer la ley antes que cese la aflicción estelar,
entonces nos curamos de nuestro desorden mental, moral o físico. Y si
nos obstinamos al final de una aflicción estelar en no aprender la
lección, entonces otra configuración mucho más dañina nos obligará luego
a la obediencia.
El
cáncer y la tuberculosis son aparentemente incurables, pero siempre
existe la posibilidad de que puedan ceder, si la energía dirigida contra
esos males es suficiente. Como todas las manifestaciones físicas, son
el resultado de causas espirituales, y si podemos alcanzar estas,
contrabalanceándolas con algo de naturaleza opuesta, siempre existe la
oportunidad de curarlos, mientras que una actitud resignada y negativa
nunca mejorará la situación del paciente. Viviendo en un clima saludable
y sintiendo un fuerte anhelo de salud, que no se deje desalentar, y
recurriendo a una dieta sencilla, nutritiva y adecuada, se pueden curar
hasta los peores casos de consunción. En cuanto al cáncer, es muy
difícil determinar cuándo ha pasado la deuda del Destino que ha causado
esa afección, y existen muchos casos registrados en que el cáncer se ha
podido curar, aunque en sus formas más leves. Sin embargo, nunca hay que
abandonar la esperanza, aun en los casos avanzados.
En
lo tocante a la arteriosclerosis, existen varios métodos mediante los
cuales pueden eliminarse sus placas endurecidas, y entonces el paciente
se siente tan bien como antes. Especialmente sucede así cuando se puede
lograr que el enfermo reconozca que ha violado las leyes de la
Naturaleza, lo que ha cansado la enfermedad en ese caso específico, y
ese es el objetivo con que debemos trabajar. Se cure o no se cure la
enfermedad, si el paciente puede llegar a saber qué leyes son las que ha
violado y comprende las causas espirituales de su enfermedad,
aprendiendo a vivir según las leyes de la virtud, que son las leyes de
Dios, entonces en el futuro no existirán enfermedades para el. Estamos
trabajando así para apresurar el día de la liberación, para que toda la
humanidad llegue a la realización de la salud perfecta.
En
cuanto a la objeción de si debamos o no interferirnos con el destino,
debiéramos pensar en primer término en quien hizo ese Destino. ¡Nosotros
mismos! Hemos puesto en movimiento fuerzas que ahora están madurando
como destino, y una vez que lo hemos creado, tenemos el derecho de
modificarlo si podemos. En realidad, esto constituye el sello de nuestra
propia divinidad, el poder de gobernarnos a nosotros mismos. La inmensa
mayoría de la humanidad está gobernada por los cuerpos celestes, a los
cuales puede llamarse el Reloj del Destino. Los doce signos del Zodiaco
marcan las doce horas del día y de la noche, y los planetas son como las
manecillas horarias que señalan el año en que cierta deuda del Destino
está madura para expresarse en la Vida. La Luna indica el mes y tiene
otras ciertas influencias que sentimos, aunque no sepamos que se ejercen
sobre nosotros e ignoremos qué fin tienen, pero las cuales tienden a
hacer que nuestras acciones sigan la línea marcada por el Destino que
nos hemos fabricado en nuestras vidas anteriores, e invariablemente las
cosas pronosticadas pasarán a menos que… si, porque existe un a menos
que gracias a Dios, porque si así no fuera, no habría posibilidad alguna
de cambiar nuestro Destino y nos sentaríamos y “comeríamos, beberíamos y
nos alegraríamos, porque mañana tendremos que morir” . Entonces
estaríamos en las manos de un Destino inexorable e incapacitados para
ayudarnos a nosotros mismos. Pero, gracias a Dios, existe una
probabilidad que no se ve en el horóscopo, a saber,
la voluntad humana, que puede imponerse y frustrar el Destino.
Como lo expuso en forma poética Ella Wheeler Wilcox:
One ship East and another sails West,
With the selfsame winds that blow.
´Tis the set of the sail, and not the gale
Which determines the way they go
“Un barco con las velas desplegadas se dirige al Este
Y el otro, soplando el mismo viento, navega al Oeste.
La disposición del velamen, no el ventarrón,
Determina para cada cual su justa dirección”.
Es
de la mayor importancia que dispongamos las velas de las naves de
nuestra vida como queramos y nunca tengamos escrúpulo alguno en
interferirnos con el Destino.
Esto
también descarta la idea de las “afirmaciones” como factores en la
vida. En si mismas son una locura. Lo que necesitamos en la vida es
trabajo y acción, como veremos fácilmente por la siguiente ilustración.
Supongamos una de esas pequeñas semillas de clavel que estuviera dotada
de la palabra y viniera a decirnos: "Yo soy un clavel." Entonces le
contestaríamos: "¡No, no eres un clavel! Tienes las potencialidades
necesarias en ti, pero todavía tienes que ir al jardín y enterrarte por
un tiempo, germinar y crecer. Sólo así podrás convertirte en un clavel,
no mediante sugestiones y afirmaciones.” Y lo mismo sucede con nosotros.
Todas las afirmaciones o sugestiones de divinidad son vanas a menos que
vayan acompañadas por los hechos y las obras de un carácter divino, los
cuales demostrarán nuestra divinidad como las palabras jamás podrán
hacerlo.
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