Conexiones.
La meditación aumenta la plasticidad neuronal y mejora la coordinación entre las células del cerebro.
Se identificaron un incremento significativo de la conectividad a nivel de las fibras de la sustancia blanca, que comunican ciertas estructuras profundas, como el tálamo, con la corteza parietal superior izquierda, la parte del cerebro que controla la conexión con uno mismo.
Además, revelaron que el mioinositol está aumentado en el sector posterior de quienes meditan con frecuencia.
Este cambio neuroquímico ayuda a regular la respuesta inmune y a reducir la ansiedad y la depresión.
Empatía.
Cuando meditamos aumenta de manera notable la actividad neuronal en áreas del cerebro implicadas con la empatía, con la capacidad de ponernos en el lugar de otras personas.
Concretamente, científicos de la Universidad de Emory usaron resonancia magnética para estudiar el cerebro de personas que meditaban y comprobaron que, en comparación con quienes no lo hacían, tenían más activas las neuronas de la corteza dorsomedial prefrontal y el frontal inferior, dos estructuras que participan en el reconocimiento del estado emocional de las personas que nos rodean.
Aprendizaje.
Se ha demostrado que practicar meditación ayuda a que los estudiantes se concentren mejor y retengan mejor los contenidos. Se recomienda meditar durante unos minutos antes de entrar al aula.
Aunque en general, al estar más centrados y serenos, la retención de datos tanto visual, como analíticos, aumenta considerablemente. Elena Sanz..
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