viernes, 2 de mayo de 2014
La respiración y la corriente sanguínea.
No nos damos cuenta de que inhalamos diferentes clases de aire, y de que el cuerpo físico es un imán, altamente sensitivo, para las corrientes alternativas diurnas y nocturnas de la tierra. Atraemos átomos de características distintas; pues naturalezas similares atraen átomos similares, y no sabemos que, cuando pensamos, atraemos átomos que nos envuelven en su vibración.
Atraemos también un polvillo de materia en descomposición, cuyos organismos nos perturbarían grandemente, si los observáramos bajo un microscopio, y los cuales afectan a nuestros átomos trabajadores con sus dolencias, lo mismo que con sus pecados.
La clase de alimento que ingerimos atrae también condiciones similares, que pueden empobrecer y hacer impura nuestra corriente sanguínea y, de esta manera, impedirnos responder a la vibración más elevada, que afluye a nosotros de la corriente de fuerza vital. La sangre pura de un yogui permite a éste atraer átomos puros, que le dan una energía que la sangre impura rechazaría.
Por eso es que, un cuerpo sano, lo mismo que un ambiente, mental y físico, puro son importantes.
La substancia en decadencia, que infesta la sangre, ha de ser expulsada, para que puedan abrirse los asientos del gobierno interno.
La mayoría de la gente no se preocupa de lo que comen y beben, ni de que las habitaciones en que viven estén mal ventiladas. Tales hábitos deben corregirse de inmediato, en cuanto se emprende esta práctica.
Al analizar la atmósfera de este mundo, al volver de un vuelo mental, encontramos que posee una cualidad desagradable y fétida, particularmente en las áreas congestionadas; con frecuencia me he preguntado, cómo se sentirán esos Seres esplendorosos y luminosos, cuando visitan al estudiante y sienten este malsano humo y esta atmósfera.
Algunas veces, cuando un estudiante viaja mentalmente con un Instructor, por un lugar, con objeto de impedir que ocurra algo allí, se le pide que analice el olor; porque, distinguiendo el olor, puede decir qué clase de enfermedad infesta el lugar.
El aire que respiramos, en noches heladas y claras, está lleno de átomos que cargan la atmósfera de vitalidad y de poder; una larga caminata en la nieve limpia el sistema de gérmenes ajenos al cuerpo. Los deportes invernales nos enseñan el valor de esto, porque estos átomos absorben y reúnen rápidamente la humedad, en la cual hay acumulados átomos de naturaleza inferior, a los que aquellos dan fuerza y vitalidad.
Al aspirar es necesario preparar nuestras mentes para la pureza de pensamiento y de acción.
Siéntese tranquilo, respire normalmente, para esta clase de pensamiento; de esta manera, atrae átomos con tales cualidades. Cuando pensamos, absorbemos átomos de la naturaleza del pensamiento, y nuestra sangre es una réplica exacta de éstos. En lo futuro, los cientistas medirán y pesarán nuestros pensamientos y descubrirán también el carácter y la energía que dirigen nuestra corriente sanguínea.
Una corriente sanguínea normal representa la actividad de una mente también normal; aunque, con frecuencia, está afligida por enfermedad y preocupación. Podemos discernir en la atmósfera interna de una persona la naturaleza exacta de la energía en su corriente sanguínea, y podemos sistematizarla, al registrar las radiaciones de su aura mental.
Los cientistas han descubierto muchas propiedades diferentes de la sangre; pero no han medido todavía las substancias atómicas, que permiten a la corriente sanguínea operar bajo la guía del átomo Nous. Con el tiempo, los cientistas localizarán la atmósfera de este átomo. Todavía no podemos medirla por medios mecánicos; ni observar al átomo Nous girando en su centro.
La sangre determina nuestro crecimiento y nuestras relaciones internas. Cuando la analizamos por su radiación, encontramos que no hay dos personas similares, y que las partículas de materia, en el aura, nos dan la clave del valor real del estudiante.
Cuando un estudiante está relacionado internamente, su atmósfera es tal que, hasta la mente menos sensitiva la reconoce por su limpieza; podemos además decir, clarividentemente, la posición de una persona, en la naturaleza, por la brillantez de su aura. El mundo considera anormal esta clarividencia; pero ella puede ser fácilmente desarrollada por uno cuya mente sea limpia y busque pureza de pensamiento y de acción.
Uno que posea este don, puede transmitirlo a otro, que esté en armonía con él. Cuando vigoriza su tercer ojo, la vibración del mismo penetra en el ventrículo izquierdo de su corazón, y el átomo Nous, al percibir estas ondas, trata de descubrir qué es lo que las despertó en la mente objetiva. Al analizar los pensamientos y las aspiraciones del buscador, el átomo Nous envía sus átomos a la glándula pineal, para desarrollarla; de manera que, el átomo Nous es el instrumento real que puede despertar a un centro atrofiado.
De nuevo consideramos necesario recordar al estudiante su desenvolvimiento físico, pues éste es uno de los secretos de yoga; asimismo que se ha de unir a su átomo Maestro y aumentar el poder del mismo, para atraer a su sistema átomos más altamente desarrollados, los cuales vienen a ser los supervisores de los átomos que construyen el cuerpo físico.
Como saben los fisiólogos, la sangre más pura se envía directamente al conducto seminal; pero ellos no saben que va dirigida por el átomo Nous. No obstante, la mejor sangre es impura, comparada con la de un yogui; aunque la sangre normal va cambiando lentamente a una vibración superior.
Con frecuencia, hemos oído la expresión, aristocracia de sangre azul. Para el ocultista, esto significa que, la falta de cruce en la raza y la disipación han traído impurezas a la sangre ancestral, y han debilitado la constitución de la misma.
Cuando se evoca la fuerza solar, nuestra sangre adquiere las cualidades y el vigor de la luz del sol, de manera que, con el tiempo, se asemejará a una corriente clara de energía vitalizadora.
Cuando entramos en nuestro sistema secundario, aumenta la presión de la corriente sanguínea arterial; es decir que, a medida que inhalamos nuestros átomos Aspirantes, éstos llevan la sangre a áreas no afectadas hasta entonces, y éstas responden construyendo sus estructuras. El hombre normal no puede hacer esto, como lo hace el yogui, quien intensifica la presión al practicar, y une las corrientes, solar y lunar, en una energía. Esto da a la mente impresiones mentales de caracter profundo, y destruye a las corrientes pesadas. Las células sanguíneas se vitalizan, a fin de proveer a las sesiones del cuerpo nuevamente abiertas. Esto lleva al cuerpo físico a otro estado de conciencia, en que se ve impelido a asumir una energía positiva más directa y promover el crecimiento de su naturaleza menos dominante. Este cambio en la sangre tiene lugar en el momento que atraemos al cuerpo un número suficiente de átomos Aspirantes.
Este cambio no es físico, sino de naturaleza atómica y gaseosa, que se adhiere a las paredes de las arterias y vitaliza la sangre. El átomo de Transformación dirige esta energía a las células nerviosas y débiles y les da vitalidad. Esta es la manera en que la corriente sanguínea nos ayuda, abre nuestros centros principales y expulsa las impurezas.
La presión atómica en la corriente sanguínea, no quiere decir una presión aumentada dentro de las arterias, sino un aumento de energía entre los átomos, y esta energía mayor elimina las fuerzas destructivas del cuerpo.
Extracto de DIOSES ATOMICOS (LA AURORA DE LA JUVENTUD)
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