http://www.naturalrevista.com
La posibilidad de ver
Estamos acostumbrados a describir la salud (y la vida) con un conjunto de
parámetros bioquímicos y biofísicos: ritmo cardíaco, niveles de sustancias en sangre, conteo de células, etc.
Sin embargo desde hace más de 100 años se viene postulando que la vida puede ser también entendida desde un punto de vista energético. En realidad para que exista la vida es necesario el sostén de un campo energético. Este campo energético es además previo al desarrollo físico y se convierte en una especie de «molde» que permite el desarrollo de los seres vivos.
El estudio del campo energético y su relación con la salud no es algo nuevo. Prácticamente todas las culturas antiguas han hablado de una energía vital representándola en forma de canales (meridianos nadis) centros (chakras) o halos luminosos (aura).
También nuestra ciencia moderna tiene algo que decir al respecto. La aportación de Wilhelm Reich respecto a los biones y el origen de la vida a partir de la denominada energía orgón es tal vez uno de los descubrimientos más importantes (y malinterpretados e ignorados) de la ciencia moderna. Sin embargo se trata de una energía no electromagnética que tiene gran dificultad para ser vista y para ser medida.
Hablando de la energía desde un punto de vista puramente mesurable es decir desde la componente electromagnética la realidad de la existencia de estos campos es indudable. Desde que se inventó la fotografía el hombre ha descubierto que se podía fotografiar también algo parecido a un «halo» electromagnético que rodea a los seres vivos.
Pero fotografiar algo no es lo mismo que saber qué significa. Las primeras comprensiones sobre la importancia de los campos electromagnéticos humanos y su relación con la salud vinieron de la mano de los esposos Kirlian allá por 1939. Y no fue hasta 1995 que se creó un nuevo paradigma: la utilización de vídeo digital y procesado no lineal de datos computerizado.
Por supuesto para poder entender que una imagen del campo energético de una persona puede representar (y de hecho lo hace) su estado de salud es necesario comprender que el hombre (y su salud) es algo más que una máquina perfecta de absoluta precisión.
La física moderna nos permite comprender la realidad (y por tanto al ser humano también) a partir de 3 elementos: la materia, la energía y la información. El concepto de materia es el más común: la enfermedad se describe en función de si los parámetros medidos corresponden a la estadística de normalidad.
La energía y la información no parecen tener cabida en una medicina basada en el enfoque mecanicista. Pero el avance de la ciencia es imparable y nuevas disciplinas nos recuerdan que no podemos separar al ser humano porque forma una unidad: la psico-neuro-endocrino-inmunología es una de ellas.
No podemos separar el funcionamiento físico del cuerpo del funcionamiento mental y del emocional. Porque el ser humano tiene un cuerpo tiene una mente unas emociones y un espíritu y cualquier acercamiento a la salud y a la enfermedad (y al diagnóstico) tiene que tener en cuenta todo ello.
La aplicación de los nuevos modelos físicos de la explicación de la realidad nos permite también acercarnos a nuestra propia verdad de una manera nueva. Y por tanto encontrar nuevas respuestas a las preguntas de siempre: por qué sufrimos, por qué enfermamos, cómo favorecer nuestra salud, nuestra evolución, cómo ser más felices, etc.
La medicina bioenergética se basa en la interacción entre campos de energía externos con los del propio ser humano. No solo a nivel de terapia sino también en el diagnóstico. Y es honesto señalar que en este ámbito reina una cierta confusión. El modelo científico es un lenguaje común que nos permite comunicarnos entre personas de diferentes culturas de diferentes cosmogonías. Una de las premisas básicas del método científico es la repetitibilidad. Es decir para que una herramienta se pueda considerar científica tiene que ser posible repetir el resultado una y otra vez. Por ejemplo si tengo un sistema capaz de detectar desequilibrios debo ser capaz de aplicarlo 10 veces seguidas a una persona y obtener las 10 veces el mismo resultado. Sin esta premisa básica una herramienta no puede ser aceptada en ámbito científico.
Esto ha limitado la investigación en muchas tecnologías que no han demostrado tener la suficiente estabilidad en este sentido. Ello no las invalida simplemente hace inviable la aplicación del método científico.
Lo mismo ocurre con los sistemas de medición del campo electromagnético humano. Muchas tecnologías actuales no permiten esta repetitibilidad. Sin embargo hay algunas que sí. La electroacupuntura de Voll o la tecnología GDV son dos de las que sí permiten obtener resultados repetidos.
La tecnología GDV es un sistema de medición del campo electromagnético humano (y también de la energía de los lugares, objetos, agua, etc.) que utiliza el principio conocido como efecto corona (o efecto Kirlian): produce una interacción entre un campo electromagnético externo estable y conocido y el propio campo electromagnético de la persona. Y en esa interacción (esa interferencia) se genera una imagen que posteriormente es analizada.
La grandeza de este sistema radica en la capacidad de obtener una información muy valiosa a partir de las imágenes.
Un sofisticado programa analiza los datos obtenidos de las imágenes y presenta
los resultados de forma que se puede saber cómo están funcionando órganos y sistemas y las reservas de energía que disponen tanto de forma cualitativa (es decir la calidad de la distribución de la energía y la calidad de la energía disponible en sí misma) como cuantitativa (con datos numéricos que permiten ser exportados a cualquier programa y por tanto realizar investigaciones clínicas sobre diferentes patologías incluso predisposición a tener una cierta enfermedad).
Dicho de otra manera se puede ver qué partes del ser humano están armonizadas y qué partes están desafiadas.
Esto es algo que no tiene paralelo con ninguna otra técnica médica actual por eso a veces es difícil compatibilizar las informaciones con las obtenidas por otros métodos. Es de especial importancia remarcar que con este sistema no realizamos un diagnóstico médico.
No buscamos poner etiquetas a las personas sino entender qué es lo que le está ocurriendo y cuál es la causa de ello. Y en la medida de lo posible corregirlo.
A través del análisis del campo electromagnético se puede saber si los órganos están funcionando correctamente o no.
Los patrones no armónicos se visualizan en forma de bloqueos y en escapes de energía que si no se solucionan acabará generando una disfunción y posteriormente una lesión de dicho órgano.
Así que imagina la posibilidad de Ver, de Saber y de Actuar. Imagina tener acceso a una información (codificada en forma de patrones de exceso o de carencia) que te permite Ver (y por tanto mostrar) cómo está funcionando una persona Saber (y por tanto Explicar) cuáles son sus puntos fuertes y débiles, qué es lo prioritario y Actuar de manera preventiva para mantener la salud y el equilibrio integral del ser humano. Eso es lo que permite esta tecnología que además tiene un dispositivo que corrige los desequilibrios detectados. A partir del análisis realizado del campo energético se modula una señal que actúa directamente sobre el sistema nervioso central produciendo cambios profundos de forma muy sencilla.
El campo de energía es algo dinámico. De hecho esa es la principal diferencia respecto al cuerpo físico: la velocidad de cambio. Y eso se convierte en una gran ventaja a la hora de sostener la salud.
Al conocer los puntos débiles energéticos podemos tratarlos antes de que se conviertan en enfermedades siempre más difíciles de tratar. Además precisamente por la dinámica de cambios del campo energético podemos ver cómo varía incluso antes de aplicar un remedio simplemente sosteniéndolo en la mano ya es posible visualizar y analizar si es el tratamiento óptimo.
O una vez realizada una intervención terapéutica es muy sencillo visualizar los efectos que dicha técnica ha reportado. Mostrar el efecto de las terapias realizadas perfeccionar la propia técnica profundizar en el conocimiento de uno mismo todo ello se convierte en algo realmente sencillo a través de la tecnología.
Otra posibilidad es ver y cuantificar el efecto de la conciencia sobre la materia. Estudiar el efecto de tratamientos a distancia, de meditaciones, de pensamientos (tanto individuales como colectivos) es ahora posible de forma científica y rigurosa. Y eso tiene un gran valor en una cultura que se basa en la imagen en el método científico. Poder demostrar científicamente que tal o cual terapia tienen efectividad poder mostrar el efecto de una clase de yoga de una ingesta de un producto el poder del pensamiento sobre la materia todo eso es un gran tesoro que ahora tenemos a nuestro alcance.
Cuando una persona viene a consulta y puede ver cómo está realmente no cómo se cree que está se produce algo realmente maravilloso. Más allá de nuestra mente capaz de racionalizar cualquier situación y por tanto de permitir que nos mantengamos en el autoengaño de forma continuada existe una realidad que no miente: la información contenida en el campo energético dice más de nosotros que nuestras palabras y lo dice en un lenguaje que no tiene posibilidad de doble interpretación.
La realidad expuesta en toda su magnitud. Y lo hermoso es ver cómo cuando las personas empiezan a conocer la realidad energética ocurre algo que ya no tiene vuelta atrás. Ya no podemos continuar considerándonos víctimas porque sabemos que todo lo que hacemos, lo que pensamos, lo que sentimos tiene un efecto armonizador o desarmonizador sobre nuestro propio cuerpo energético. Asumir la responsabilidad nos permite también asumir nuestro propio poder de modificar esa realidad.
Somos más poderosos de lo que creemos tan solo necesitamos la información adecuada para poder hacer nuestro campo de energía (y por tanto nuestra vida) cada vez más coherente y más saludable.
Dra. Ana María Oliva
Autora del libro «Lo que tu Luz dice». Ed. Sirio
www.anamariaoliva.es
La posibilidad de ver
Estamos acostumbrados a describir la salud (y la vida) con un conjunto de
parámetros bioquímicos y biofísicos: ritmo cardíaco, niveles de sustancias en sangre, conteo de células, etc.
Sin embargo desde hace más de 100 años se viene postulando que la vida puede ser también entendida desde un punto de vista energético. En realidad para que exista la vida es necesario el sostén de un campo energético. Este campo energético es además previo al desarrollo físico y se convierte en una especie de «molde» que permite el desarrollo de los seres vivos.
El estudio del campo energético y su relación con la salud no es algo nuevo. Prácticamente todas las culturas antiguas han hablado de una energía vital representándola en forma de canales (meridianos nadis) centros (chakras) o halos luminosos (aura).
También nuestra ciencia moderna tiene algo que decir al respecto. La aportación de Wilhelm Reich respecto a los biones y el origen de la vida a partir de la denominada energía orgón es tal vez uno de los descubrimientos más importantes (y malinterpretados e ignorados) de la ciencia moderna. Sin embargo se trata de una energía no electromagnética que tiene gran dificultad para ser vista y para ser medida.
Hablando de la energía desde un punto de vista puramente mesurable es decir desde la componente electromagnética la realidad de la existencia de estos campos es indudable. Desde que se inventó la fotografía el hombre ha descubierto que se podía fotografiar también algo parecido a un «halo» electromagnético que rodea a los seres vivos.
Pero fotografiar algo no es lo mismo que saber qué significa. Las primeras comprensiones sobre la importancia de los campos electromagnéticos humanos y su relación con la salud vinieron de la mano de los esposos Kirlian allá por 1939. Y no fue hasta 1995 que se creó un nuevo paradigma: la utilización de vídeo digital y procesado no lineal de datos computerizado.
Por supuesto para poder entender que una imagen del campo energético de una persona puede representar (y de hecho lo hace) su estado de salud es necesario comprender que el hombre (y su salud) es algo más que una máquina perfecta de absoluta precisión.
La física moderna nos permite comprender la realidad (y por tanto al ser humano también) a partir de 3 elementos: la materia, la energía y la información. El concepto de materia es el más común: la enfermedad se describe en función de si los parámetros medidos corresponden a la estadística de normalidad.
La energía y la información no parecen tener cabida en una medicina basada en el enfoque mecanicista. Pero el avance de la ciencia es imparable y nuevas disciplinas nos recuerdan que no podemos separar al ser humano porque forma una unidad: la psico-neuro-endocrino-inmunología es una de ellas.
No podemos separar el funcionamiento físico del cuerpo del funcionamiento mental y del emocional. Porque el ser humano tiene un cuerpo tiene una mente unas emociones y un espíritu y cualquier acercamiento a la salud y a la enfermedad (y al diagnóstico) tiene que tener en cuenta todo ello.
La aplicación de los nuevos modelos físicos de la explicación de la realidad nos permite también acercarnos a nuestra propia verdad de una manera nueva. Y por tanto encontrar nuevas respuestas a las preguntas de siempre: por qué sufrimos, por qué enfermamos, cómo favorecer nuestra salud, nuestra evolución, cómo ser más felices, etc.
La medicina bioenergética se basa en la interacción entre campos de energía externos con los del propio ser humano. No solo a nivel de terapia sino también en el diagnóstico. Y es honesto señalar que en este ámbito reina una cierta confusión. El modelo científico es un lenguaje común que nos permite comunicarnos entre personas de diferentes culturas de diferentes cosmogonías. Una de las premisas básicas del método científico es la repetitibilidad. Es decir para que una herramienta se pueda considerar científica tiene que ser posible repetir el resultado una y otra vez. Por ejemplo si tengo un sistema capaz de detectar desequilibrios debo ser capaz de aplicarlo 10 veces seguidas a una persona y obtener las 10 veces el mismo resultado. Sin esta premisa básica una herramienta no puede ser aceptada en ámbito científico.
Esto ha limitado la investigación en muchas tecnologías que no han demostrado tener la suficiente estabilidad en este sentido. Ello no las invalida simplemente hace inviable la aplicación del método científico.
Lo mismo ocurre con los sistemas de medición del campo electromagnético humano. Muchas tecnologías actuales no permiten esta repetitibilidad. Sin embargo hay algunas que sí. La electroacupuntura de Voll o la tecnología GDV son dos de las que sí permiten obtener resultados repetidos.
La tecnología GDV es un sistema de medición del campo electromagnético humano (y también de la energía de los lugares, objetos, agua, etc.) que utiliza el principio conocido como efecto corona (o efecto Kirlian): produce una interacción entre un campo electromagnético externo estable y conocido y el propio campo electromagnético de la persona. Y en esa interacción (esa interferencia) se genera una imagen que posteriormente es analizada.
La grandeza de este sistema radica en la capacidad de obtener una información muy valiosa a partir de las imágenes.
Un sofisticado programa analiza los datos obtenidos de las imágenes y presenta
los resultados de forma que se puede saber cómo están funcionando órganos y sistemas y las reservas de energía que disponen tanto de forma cualitativa (es decir la calidad de la distribución de la energía y la calidad de la energía disponible en sí misma) como cuantitativa (con datos numéricos que permiten ser exportados a cualquier programa y por tanto realizar investigaciones clínicas sobre diferentes patologías incluso predisposición a tener una cierta enfermedad).
Dicho de otra manera se puede ver qué partes del ser humano están armonizadas y qué partes están desafiadas.
Esto es algo que no tiene paralelo con ninguna otra técnica médica actual por eso a veces es difícil compatibilizar las informaciones con las obtenidas por otros métodos. Es de especial importancia remarcar que con este sistema no realizamos un diagnóstico médico.
No buscamos poner etiquetas a las personas sino entender qué es lo que le está ocurriendo y cuál es la causa de ello. Y en la medida de lo posible corregirlo.
A través del análisis del campo electromagnético se puede saber si los órganos están funcionando correctamente o no.
Los patrones no armónicos se visualizan en forma de bloqueos y en escapes de energía que si no se solucionan acabará generando una disfunción y posteriormente una lesión de dicho órgano.
Así que imagina la posibilidad de Ver, de Saber y de Actuar. Imagina tener acceso a una información (codificada en forma de patrones de exceso o de carencia) que te permite Ver (y por tanto mostrar) cómo está funcionando una persona Saber (y por tanto Explicar) cuáles son sus puntos fuertes y débiles, qué es lo prioritario y Actuar de manera preventiva para mantener la salud y el equilibrio integral del ser humano. Eso es lo que permite esta tecnología que además tiene un dispositivo que corrige los desequilibrios detectados. A partir del análisis realizado del campo energético se modula una señal que actúa directamente sobre el sistema nervioso central produciendo cambios profundos de forma muy sencilla.
El campo de energía es algo dinámico. De hecho esa es la principal diferencia respecto al cuerpo físico: la velocidad de cambio. Y eso se convierte en una gran ventaja a la hora de sostener la salud.
Al conocer los puntos débiles energéticos podemos tratarlos antes de que se conviertan en enfermedades siempre más difíciles de tratar. Además precisamente por la dinámica de cambios del campo energético podemos ver cómo varía incluso antes de aplicar un remedio simplemente sosteniéndolo en la mano ya es posible visualizar y analizar si es el tratamiento óptimo.
O una vez realizada una intervención terapéutica es muy sencillo visualizar los efectos que dicha técnica ha reportado. Mostrar el efecto de las terapias realizadas perfeccionar la propia técnica profundizar en el conocimiento de uno mismo todo ello se convierte en algo realmente sencillo a través de la tecnología.
Otra posibilidad es ver y cuantificar el efecto de la conciencia sobre la materia. Estudiar el efecto de tratamientos a distancia, de meditaciones, de pensamientos (tanto individuales como colectivos) es ahora posible de forma científica y rigurosa. Y eso tiene un gran valor en una cultura que se basa en la imagen en el método científico. Poder demostrar científicamente que tal o cual terapia tienen efectividad poder mostrar el efecto de una clase de yoga de una ingesta de un producto el poder del pensamiento sobre la materia todo eso es un gran tesoro que ahora tenemos a nuestro alcance.
Cuando una persona viene a consulta y puede ver cómo está realmente no cómo se cree que está se produce algo realmente maravilloso. Más allá de nuestra mente capaz de racionalizar cualquier situación y por tanto de permitir que nos mantengamos en el autoengaño de forma continuada existe una realidad que no miente: la información contenida en el campo energético dice más de nosotros que nuestras palabras y lo dice en un lenguaje que no tiene posibilidad de doble interpretación.
La realidad expuesta en toda su magnitud. Y lo hermoso es ver cómo cuando las personas empiezan a conocer la realidad energética ocurre algo que ya no tiene vuelta atrás. Ya no podemos continuar considerándonos víctimas porque sabemos que todo lo que hacemos, lo que pensamos, lo que sentimos tiene un efecto armonizador o desarmonizador sobre nuestro propio cuerpo energético. Asumir la responsabilidad nos permite también asumir nuestro propio poder de modificar esa realidad.
Somos más poderosos de lo que creemos tan solo necesitamos la información adecuada para poder hacer nuestro campo de energía (y por tanto nuestra vida) cada vez más coherente y más saludable.
Dra. Ana María Oliva
Autora del libro «Lo que tu Luz dice». Ed. Sirio
www.anamariaoliva.es
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