¡¡¡Bravo por ella!!!
by Ciencia y Espíritu
La
Pediatra Isabel Bellostas expedientada con un año de inhabilitación
como médico por parte del Colegio de Médicos de Madrid, recurre esta
arbitrariedad y denuncia el acoso a que es sometida por el simple hecho
de advertir del peligro de administrar algunas vacunas a niños autistas o
enfermos.
Bravo por Isabel, por no ceder a las coacciones de uno Colegio de Médicos sin principios !!!!
Bravo por Isabel, por no ceder a las coacciones de uno Colegio de Médicos sin principios !!!!
La Dra. Bellostas recurre en alzada la resolución de su expediente disciplinario.
La Dra. Bellóstas ha recurrido dentro de plazo la resolución del Colegio de Médicos que se había hecho pública en días pasados.
Recordemos
que hace unas semanas se hizo público en numerosos médicos de
comunicación la resolución por la que se sancionaba a la doctora y se la
tachaba de “antivacunas”.
Yendo
por partes es profundamente inmoral y contrario a Derecho hacer pública
una sanción que no es firme, pues supone un escarnio y un quebranto
personal y profesional para el afectado antes de que ejerza su derecho
al recurso. El derecho a recurso, tanto en derecho penal como en derecho
sancionador, es uno de los pilares de garantías que establece el orden
constitucional, y no hay que olvidar que los Colegios profesionales, no
son ni Administraciones Públicas en sentido estricto, ni tienen
capacidad judicial, por lo que en cualquier caso, sus decisiones son
revisables por la justicia.
Hace
mucho que desaparecieron los tribunales de honor -prohibidos por
nuestro ordenamiento jurídico- y las técnicas inquisitoriales de
justicia -donde lo que importaba era la eficacia y no las garantías, y
donde el proceso, las pruebas y la posibilidad de recurso se situaban en
mínimos-.
A
la Dra. Bellostas es acusada de ser “antivacunas” sin ser cierto y de
defender lo siguiente a través de expresiones sacadas de contexto:
- No se debe vacunar a niños autistas.
- No se debe vacunar a un niño enfermo.
- La vacuna de la Hepatitis B debería ser retirada del calendario vacunal infantil.
- No se debe vacunar genéricamente y sistemáticamente.
- Hay que tener precaución con las embarazadas
Las
anteriores afirmaciones tienen su amparo en la ciencia y en el
conocimiento científico actual, por lo que no cabe censura ni reproche
por muy discrepante que sea con la particular visión que tengan otros
integrantes del Colegio de Médicos, que también tendrán derecho a
opinar, pero no a imponer sus propios criterios.
La
actitud de la Dra. Bellostas es de perfecta calidad humana y científica
y no vulnera el Código deontológico, sin que exista informe razonado
que explique porqué y en base a qué pruebas practicadas se le hace
reproche.
El
expediente además confunde prescripción con divulgación, bien por error
o por mala fe, pues cuando el médico habla, divulga y forma e informa a
los pacientes, no lo hace en el ejercicio de prescripción, sino como
garantía previa del consentimiento informado de los pacientes y en
defensa de su derecho. No parece ético ni razonable promover un modelo
de medicina en el que el paciente no tenga información para decidir o
reciba solo información sesgada e interesada.
Son
muchos los procesos administrativos y judiciales que han terminado en
condena, sanción o multa contra la industria farmacéutica por “malas
prácticas” científicas y comerciales en casi todo el mundo -España
parece ser una excepción-, y no parece razonable que se de crédito solo a
la información que presenta la industria con poco o ningún control
administrativo y que gasta casi 600 millones de euros al año -1'6
millones de euros cada día- en “transferencias de valor” -pagos y
gratificaciones a médicos, asociaciones y empresas- de dudosa ética y
legalidad.
Advertir
no vacunar sistemáticamente, es un consejo perfectamente leal, pues las
vacunas como cuestión médica, deben ser aconsejadas en función de las
características personales del paciente y de forma adecuada a cada caso y
contexto. La vacunación sistemática e indiscriminada, no está basada en
criterios científicos ni en un principio de lealtad con el paciente, ni
de responsabilidad por parte del médico.
La
Dra. Bellostas no ha “negado la administración de vacunas” ni “se
posiciona en su contra”, sino que advierte de los riesgos conocidos a
través de las fichas técnicas y la literatura científica aceptada. No
vacunar a un niño es una opción válida que no constituye en sí un riesgo
cierto ni para los niños ni para la sociedad. Al menos no se desprende
de la prueba practicada, ni de ningún informe aportado, ni de un
supuesto consenso que no existe o de existir es un consenso ficticio.
A
propósito de la falsa epidemia de sarampión que se usa para alarmar a
la población y vender la necesidad de vacunar, los datos epidemiológicos
dejan al descubierto las vergüenzas de la propaganda.
- El sarampión es estacional y tiene su pico en los meses de marzo y abril. El pico de 2019 es significativamente inferior al de 2018 y 2017. No existe por lo tanto motivo de alarma ni hay relación alguna con la población vacunada o no vacunada. En su máximo pico, en España hubo 41 casos en mayo de 2018 y 27 en abril de 2019.
- La mitad de los casos de sarampión es de personas mayores de 20 años. El 11% de los casos es en menores de un año que no han recibido la vacunación porque no está indicada en esa edad.
- La mortalidad es de 13 casos en un año de entre casi 12.000 casos de enfermedad en toda la UE lo que indica una mortalidad de 1/1000 y una incidencia de 22 casos de enfermedad por cada millón de habitantes. Esto no puede considerarse una epidemia ni mucho menos motivo de alarma. Sí que es motivo de alarma los 190.000 casos de fallecimiento por causas médicas en la UE cada año.
- El 86% de los casos se corresponde con personas no vacunadas, lo que nos deja un 14% de casos en personas vacunadas, es decir personas a las que la vacuna no ha protegido. Es decir, ni siquiera con una cobertura vacunal del 100% (superamos el 95% de cobertura) se erradicaría la enfermedad ni se evitarían casos.
- Poner en riesgo -por pequeño que sea- a toda la población infantil, o limitar a libertad y los derechos civiles y de consentimiento de los pacientes, no parece razonable en este contexto. En el caso de la meningitis, la nueva vacuna sin ser garantía de una reducción de morbilidad o de mortalidad, supone un coste sanitario tres veces superior que la no vacunación
El
coste económico, político y democrático de esta aventura de
totalitarismo vacunal aparenta irracional y desproporcionado. Negar la
utilidad y pertinencia de la vacunación sistemática e indiscriminada no
impide que se empleen las vacunas. La vacunación es una responsabilidad
de los pacientes o de los padres que son los que libremente deben
alcanzar el convencimiento y la información divulgada por la Dra.
Bellostas no impide que los interesados tomen la determinación de
vacunarse. Lo que sí es una obligación de las autoridades es informar a
los ciudadanos y hemos tenido que denunciar al Ministerio ante el
Consejo de Transparencia por no contestar las solicitudes de información
presentadas en torno a las vacunas.
El
Colegio de Médicos de Madrid tramita la denuncia ante una supuesta
petición de una asociación de afectados de autismo y no obstante pasa
muy por encima de la cuestión y la relación entre vacunas y peligros
-autismo incluido- queda indemne. Parece que el Colegio de médicos no
quiere entrar en el debate científico ni resolver las legítimas dudas
que los ciudadanos podemos tener, y se conforma con humillar a una
doctora que no ha hecho daño a nadie, probablemente a sabiendas de que
el debate científico lo tienen perdido y solo les queda como consuelo
placer sádico del abuso de posición y del prevalimiento.
Tendremos
que esperar a la resolución del recurso de alzada que de no ser
favorable a la Dra. Bellostas reparando el perjuicio que se le ha
causado, motivará un recurso jurisdiccional donde sí, obligaremos a un
debate científico y doctrinal serio que deje zanjadas todas las
cuestiones planteadas y se reconozca el derecho de los ciudadanos a
informar y a ser informados en un asunto donde se pone en juego dos de
los elementos más preciados y frágiles de la humanidad: los niños y la
libertad.
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