domingo, 28 de julio de 2019

Resetear nuestra concepción del mundo


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Pedro Burruezo urge a reconsiderar los axiomas y paradigmas sobre los que se asienta la sociedad moderna. Tienen los pies de barro. Nos están conduciendo al desastre. La orquesta sigue tocando mientras el Titanic se hunde irremisiblemente…
Nuestro mundo está al borde del colapso. Al borde, vaya que sí, de la “tormenta perfecta”. Por un lado, el calentamiento global y la crisis climática que provocará y que ya está provocando. Por otra parte, la 6ª Extinción ya ha comenzado. Esta vez, su origen es antropogénico y sus consecuencias serán devastadoras en todos los ámbitos de la vida. El mar de plásticos… Las consecuencias sanitarias (pandemia de cáncer, de alergias, de asmas, de enfermedades degenerativas, de patologías raras y a edades cada vez más tempranas…) de la exposición a químicos tóxicos y disruptores hormonales a través de una dieta contaminada. La basura nuclear y la contaminación que conlleva. La infertilidad, la modificación genética, la contaminación en las urbes… La lista es interminable… Estamos abocados al apocalipsis.
¿Qué hacer? ¿Cómo protegerse ante tantos peligros que nos acechan a todos/as y por todas partes? Es imposible crear burbujas de salud total en un mundo absolutamente enfermo. Ni siquiera los multimillonarios lo conseguirán. Buscar el futuro en otros planetas es igualmente absurdo, especialmente si no hemos sido capaces de conservar el nuestro. Todo lo que se haga en pos de la conservación medioambiental y de los derechos sociales es una urgencia vital de carácter espiritual. Si no actuamos en pos de la conservación y de la protección, nuestra vida no habrá servido para nada. El momento histórico es apasionante.
Pero no hay que dejar de mirar con los ojos del Misterio. No salvaremos el mundo si no cambiamos la mirada. El prisma materialista es el que, por más que nos digan lo contrario, nos ha traído a este universo de destrucción y desolación. Ahora, nuestra prioridad, independiente de que sigamos teniendo conductas prácticas extraordinariamente pulcras en lo social y en lo medioambiental, tendría que ser salvar el alma del mundo, pues su destrucción empezó en el momento en que dejamos de ver la Naturaleza como algo sagrado, en palabras de la gran Vandana Shiva. No hay otra alternativa. Es preciso cambiar de forma radical nuestra visión de la Naturaleza, del cosmos, y empezar a comprender que todo aquello que nos rodea es sacro, divino, luz sobre luz. El materialismo, el mecanicismo, el egoísmo… no nos servirán para restaurar la belleza y la salud gaianas.
El tiempo se acaba y el asunto está a punto de entrar en una espiral diabólica. Todas las previsiones para finales de este siglo son muy, muy alarmantes. Algunos científicos alertan de que el principio del fin empezará antes, incluso. Sería iluso dejar en manos de estados y empresas la restauración del orden gaiano, pues, al fin y al cabo, ¿quién nos ha traído hasta aquí? ¿No queda otra idea que acelerar el fin y que la bestia se acabe devorando a sí misma? El monstruo morirá matando, eso ya lo sabemos, y adelantar su óbito también sería otro error. La restauración del orden primigenio no llegará hasta que la Humanidad alcance un grado de conciencia tal que pueda abandonar, por caducos y obsoletos, las falsedad y los cantos de sirena que han provocado esta situación. No queda otro camino que un camino de profundidad espiritual certera que nos devuelva una visión teofánica del mundo natural con las consecuencias prácticas que ello conlleva: una eco-nomía ecológica sin usura y sin especulación, una moral productiva de riesgo cero en todos los ámbitos (energéticos, alimentarios, agrarios, financieros, etc.), unos límites muy severos a cualquier actividad tecnológica y/o científica ilícita... Los grandes sabios y sabias de la Antigüedad tenían el secreto. Menos es más. Volver a vivir en pos de lo sagrado, en lo íntimo, no es tan difícil: basta con restaurar la verticalidad en nuestro corazón, ser conscientes de nuestra pequeñez y trabajar todo lo posible para devolver al mundo su belleza y su armonía originales. Misticismo y activismo. No hay otra salida. Luego, la Providencia dictará sentencia, pero nosotros, al menos, podremos morir tranquilos. Hoy, desgraciadamente, la mayoría de la población mundial aspira a morir drogada, ida, ausente, sin enterarse absolutamente de nada. Que siga tocando la orquesta, señoras y señores, que el ser humano ha dejado de ver el mundo con los ojos de un niño. La gran mentira es cada vez más grande. Los gurús de la sociedad catódica hilan cada vez más fino. La noche se cierne sobre la Humanidad. Los medios loan a la tecnología, pero las máquinas fallan. Y no olviden que, detrás de todo el caos en el que nos encontramos inmersos, el tándem tecnología/afándelucro ha teñido de basura incluso la estratosfera. Urge combatir, por medios pacíficos, eso sí, el mundo de destrucción en el que vivimos. Estamos en guerra. Milicianos/as: disparad ya vuestros fusiles verdes de belleza y compasión: el tiempo se agota.

Pedro Burruezo es director de The Ecologist, músico y compositor y hortelano orgánico

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