jueves, 9 de julio de 2015

EEUU se libera de las grasas Trans, en Europa se esconden de las etiquetas


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¿Qué peligros conllevan estas grasas? ¿Qué alimentos las contienen?

Las grasas trans –que nada tienen que ver con los transgénicos– son un tipo son un tipo de ácido graso insaturado que se encuentra principalmente en alimentos industrializados que resulta de transformar aceites vegetales líquidos en sólidos, mediante un proceso de hidrogenización. Puede sonarnos a chino, pero gracias a este tratamiento la industria alimentaria logra aumentar el tiempo de conservación de sus productos así como sus características de frescura y



textura.

Los médicos llevan alertando décadas del peligro al que nos enfrentamos si consumimos demasiado este tipo de grasas. Aunque están presentes de forma natural en pequeñas cantidades en la leche y la grasa corporal de los rumiantes, la mayor parte de las grasas trans que llegan a nuestro organismo provienen de su versión artificial, presente en todo tipo de productos altamente procesados como las palomitas para microondas, la bollería industrial, las pizzas congeladas, muchos snacks horneados y algunas margarinas.
 Existe la suficiente evidencia científica para afirmar que las grasas trans aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares más que cualquier macronutriente y elevan los niveles del colesterol “malo”

Estos ácidos grasos pueden ser particularmente peligrosos para el corazón y se asocian con el mayor riesgo de desarrollo de algunos cánceres. Los estudios más recientes demuestran que las concentraciones más altas de ácidos grasos trans pueden incrementar el riesgo de diabetes de tipo II, un horror ¿verdad?
Basta ingerir 5 gramos diarios de este tipo de grasas para tener un riesgo 23% mayor de padecer una enfermedad cardíaca coronaria.
Y, según un reciente estudio publicado en el British Medical Journal, en Europa una porción grande de patatas fritas o nuggets de pollo, 100 g de palomitas de maíz para microondas o 100 g de bizcocho o galletas pueden contener entre 20 y 30 gramos de este tipo de grasas.

En EEUU hay científicos que llevan alertando hace más de 50 años del peligro que supone ingerir demasiadas grasas trans. Es el caso de Fred Kummerow, un profesor centenario de la Universidad de Illinois, que, según The Washington Post, es uno de los principales responsables de la histórica decisión de la FDA. En 1950, cuando aún era un joven investigador, Kummerow convenció a un hospital local para examinar las arterias de las personas que habían fallecido debido a una enfermedad cardiovascular.
Hizo un descubrimiento comprometedor: el tejido de los vasos sanguíneos contenía altos niveles de grasas trans, una sustancia que se había descubierto hace sólo una década pero la industria alimentaria había convertido en omnipresente en todos sus productos. Ganó la ciencia. Es muy importante que no tengamos esto en nuestra dieta Tras el hallazgo, en 1957, Kummerow dirigió un estudio que mostraba que al seguir una dieta rica en grasas trans las ratas desarrollaban arterioesclerosis y, cuando abandonaban estas dejaban de sufrirla. No fue hasta una década después, asesorando a la American Heart Association, cuando consiguió un compromiso de la industria alimentaria para reducir parcialmente el contenido de estas grasas en algunos productos. Pese a esto, hasta bien entrado los 80, muchos científicos seguían pensando que las grasas trans eran preferibles a las grasas saturadas, y la industria alimentaria se negaba a acabar con ellas, pues resultaban mucho más baratas que su alternativa natural. En los 90 aparecieron docenas de estudios que aseguraban que las grasas trans eran directamente culpables del aumento de los problemas cardiovasculares. Pero nada cambió. Frustrado por la inacción de las autoridades, Kummerow lideró en 2009 una instancia ciudadana que pedía a la FDA la prohibición parcial de las grasas. Hoy el científico ha visto realizado el sueño de su vida. “Ganó la ciencia”, ha asegurado el científico en el mismo diario. “Es muy importante que no tengamos esto en nuestra dieta”.

¿Que se logrará con esta nueva ley en EEUU?

La desaparición de las grasas 'trans' en EEUU evitará 20.000 infartos de miocardio y 7.000 muertes por enfermedad cardiovascular al año.
Estamos acostumbrados a que las autoridades sanitarias europeas lleven la delantera a las estadounidenses en materia de seguridad alimentaria, pero en este terreno los americanos nos superan con creces.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (la todopoderosa FDA) anunció ayer en un comunicado que prohibirá el uso de las grasas trans artificiales de manera gradual en un período de tres años, pues las considera una amenaza para la salud pública. Aunque la presencia de grasas trans artificiales se ha reducido notablemente –según la propia FDA, su uso en Estados Unidos se redujo un 78% entre 2003 y 2012– su impacto en la salud sigue siendo notable. Según la FDA, la desaparición de las grasas trans en EEUU evitará 20.000 infartos de miocardio y 7.000 muertes por enfermedad cardiovascular al año. Y aunque la transición a otro tipo de grasas costará a la industria 6.000 millones de dólares, el Gobierno prevé que la medida ahorrará a los estadounidenses 140.000 millones de dólares en gasto sanitario.

¿Y en Europa que pasa?

Europa, a la cola Aunque en Europa también se ha reducido el uso de grasas trans, el panorama dista mucho de ser ideal. Sólo unos pocos países como Dinamarca, Austria, Suiza e Islandia han desarrollado una legislación que ha obligado a la industria a limitar al 2% la cantidad de grasa trans utilizada en los alimentos. Los alimentos con alto contenido de grasas trans, que pueden llegar al 60% del contenido total de grasas, aún pueden ser vendidos legalmente en restaurantes y supermercados en otras partes de Europa. El pasado diciembre entró en vigor el Reglamento europeo 1169/2011 que marca qué y cómo debe aparecer la información en las etiquetas de los productos envasados. Pero, pese al criterio de los cardiólogos, las grasas trans quedaron fuera de la norma: no hay necesidad de alertar de su presencia ni de su cantidad, pues aparecen integradas junto al resto de grasas. La Comisión Europea encargó un informe sobre los grasas trans que debería haberse presentado el pasado diciembre, pero aún no se ha publicado. Es previsible que la decisión de la FDA empuje a los legisladores europeos a actuar más rapidamente, pero lo cierto es que a día de hoy los ácidos grasos trans campan a sus anchas en nuestro continente.

¿Qué alimentos las contienen?

La mejor forma para identificar si un producto contiene o no grasa trans es leer la información que ofrece la etiqueta del producto. En la lista de ingredientes es donde se indica si el producto tiene grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas (indicativo de que el producto podría contener grasas trans). Según los criterios la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de grasas trans deben representar menos del 1% de las calorías diarias ingeridas, aunque evitarlas es realmente difícil, a no ser que se siga una dieta muy estricta.

1. Bollería industrial

2. Fast food (hamburguesas, patatas fritas, pollo frito, nuggets, etc.)





3. Sopas y salsas preparadas; muchas salsas elaboradas, con sabores irresistibles, contienen grandes cantidades de grasas trans
4. Aperitivos y snacks salados, como patatas fritas, etc.
5. Palomitas (especialmente las preparadas para hacer en el microondas)
6. Congelados, especialmente las pizzas
7. Productos precocinados (empanadillas, croquetas, canelones, etc.).
8. Helados y cremas no lácteas para el café
9. Galletas, donuts, magdalenas, barritas de cereales, etc.
10. Margarinas, aunque algunas clases que han sido sometidas a procesos de hidrogenación han conseguido reducir en gran medida la cantidad de grasas trans de su composición.

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