sábado, 22 de febrero de 2020

Vacuna meningococo B: «mi hija, de deportista a estar parapléjica e inactivada intelectualmente»


Hace ya tiempo que Maribel Fernández-Oliva contactó desde Canarias con nosotros, el Bufete Almodóvar & Jara, porque su hija había sufrido graves daños tras una vacunación. Ella es profesional de la salud, defensora y usuaria de las vacunas y conoce nuestro trabajo de investigación en ese ámbito de las inmunizaciones. Os ofrezco esta entrevista que por su interés y extensión voy a publicar en dos entregas. No os la perdáis pues investiga y obtiene datos y llega a conclusiones nada tranquilizadoras.
Es usted farmacéutica y de manera paradójica ha sufrido en su familia, en concreto en su hija, graves efectos secundarios relacionados con una vacuna, Bexsero, la del meningococo. Cuéntenos qué es lo que ocurrió, qué daños provocó pues estuvo a punto de morir ¿no?
-Lo primero que quisiera aclarar es que efectivamente soy farmacéutica colegiada y NO SOY ANTIVACUNAS sino afectada por vacunas. Considero necesario puntualizarlo porque es habitual la reacción de muchos sanitarios de rechazo a escuchar cualquier comentario donde haya sospecha de RAM (reacción adversa a medicamento) de vacunas.



Se olvida que las vacunas son formas farmacéuticas que pasan por un proceso de fabricación en los laboratorios y que el sistema de Farmacovigilancia de la Agencia de Medicamentos (AEMPS) está para controlar estas RAM (una labor necesaria para garantizar calidad y eficacia terapéutica).
Nos olvidamos que hay de forma habitual alertas de retirada de lotes de medicamentos pero cuando hablamos de vacunas, no parece que sean tratadas con el mismo criterio.
El día 30 de noviembre de 2016 fui a buscar a mi hija de 14 años a un entrenamiento de baloncesto a las 20:00h para ponerle la vacuna en el centro hospitalario donde trabaja su pediatra. A las 8 de la mañana empezó a sentirse indispuesta, como si tuviera una gripe muy fuerte y a las 11 cuando fui al colegio, la encontré tumbada en el suelo, sus piernas le habían fallado y no la sostenían de pie, podía oírme pero no podía verme.
Tenía un dolor de cabeza tan fuerte que le impedía hablar bien. El cuadro era francamente feo y fue trasladada en ambulancia a un centro del Servicio Canario de Salud (aplaudo el protocolo aplicado en el momento del ingreso que fue ponerle la cefotaxima intravenosa por sospecha de meningitis y el aciclovir intravenoso por sospecha de encefalitis).
-Supongo que a partir de ahí empezaría su calvario.
-Sí. Ante el resultado negativo de las pruebas realizadas donde se descartaba que hubiera bacteria o virus, fuimos a ver a nuestra hija a la UVI y tenía la mirada fija en el techo como si no controlara sus ojos y se comportaba de manera muy diferente a como es ella.
El médico responsable nos dijo que había sido un shock confusional (crisis de ansiedad) y con ese diagnóstico fue trasladada a planta. A los dos días volvió a sufrir una crisis de desconexión con la mirada hacia arriba y diciéndome cosas sin sentido. Estuvo 17 días hospitalizada y, al cabo de ese tiempo, dejamos el centro hospitalario con una niña de 14 años en silla de ruedas, «a efectos de movilidad» parapléjica, sin poder leer más de tres minutos porque el dolor de cabeza era insufrible y dependiente para todo porque no podía ni llegar a la silla de ruedas por sí misma.
No me voy a detener en las situaciones desagradables vividas en los hospitales por el desafortunado hecho de que hubiera una vacuna implicada en este desastre.
Desde que vi a mi hija desplomada en el suelo no tuve la más mínima duda de que la vacuna era la responsable de ese cambio tan radical.
Sólo habían pasado 12 horas y mi hija pasó de ser deportista y tener una cabeza normal a estar parapléjica e inactivada intelectualmente.


Gracias a una amiga médico nos pusimos en contacto
con una colega que nos dio la clave para seguir avanzando, le hicimos un análisis de pelo y apareció una tasa de mercurio doce veces el «normal».
Con este diagnóstico que daba por fin una explicación lógica a lo ocurrido entendimos lo vivido en la UVI.
Debíamos buscar la manera más efectiva y segura de sacar todo ese mercurio de su cuerpo, teniendo en cuenta que el metal pesado, al ser liposoluble, se acumulará donde haya más grasa, es decir, en el cerebro. Acabamos de hacerle el último análisis de pelo y rebela que el mercurio ya está casi en los valores «normales».
Lo positivo es que desde hace tiempo puede hacer vida normal.
Las manifestaciones clínicas del mercurio, que en el momento de empezar con el tratamiento eran muy duras (dolor de cabeza muy intenso, sensibilidad exagerada a los ruidos, debilidad muscular sobre todo de piernas, cansancio incapacitante incluso hasta estar en ocasiones de cinco a siete días en cama sin poder hacer nada), han ido reduciéndose conforme hemos ido eliminando el mercurio de su cuerpo.
-En el caso de su hija, se cumplió con rigor con el calendario de inmunizaciones y curiosamente fue acumulando mercurio. Me llama la atención porque se supone que las vacunas ya apenas llevan mercurio como conservante, sólo algunas. ¿Es que no es así?
-La primera sorprendida soy yo que no me podía creer lo que estaba pasando. Era una situación absolutamente grotesca y surrealista. Siempre he predicado con el ejemplo y le he puesto a mi hija todas las vacunas del calendario,tanto es así que la última que le puse (la que nos ha metido en esta pesadilla) ni siquiera estaba en el calendario y fue recomendación de mi pediatra.


Calendario único de vacunaciones de 2019.

Es la Bexsero que previene frente al meningococo B (luego he leído que la prevalencia de meningitis en España no es muy elevada y por eso no está en el calendario). No tuve la más mínima duda en pedirla en la farmacia, me anotaron en una lista de espera y tardaron cinco meses en recibirla pagando unos 200 €.
Con la que sí tuve dudas fue con la del virus del papiloma porque conocía los casos graves ocurridos en Valencia y consulté a mi pediatra antes de ponerle las dos dosis.
Cuando tuvimos el diagnóstico de intoxicación por mercurio lo primero que hicimos fue mirar la composición de la vacuna comprobando que no aparecía el mercurio por ningún sitio y lo segundo fue enviar al laboratorio alemán donde analizaron el cabello de mi hija la segunda dosis que no le pusimos.
Llegaron los resultados y aparecía una cantidad pequeña de mercurio. Empecé a informarme de los problemas que había ocasionado la vacuna del papiloma y me encontré que en muchos de los casos estaba descrita la relación con el mismo metal pesado. Mi hija había recibido también dos dosis de esa vacuna. Si un cuerpo metabolizador lento empieza a acumular mercurio procedente de varias dosis y llega al límite de lo que su cuerpo puede soportar, con muy poca cantidad se puede rebasar esta línea y puede entrar en colapso.
En una próxima publicación ofreceremos más detalles de la investigación de esta farmacéutica y sus conclusiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario