La vitamina del sol

También llamada calciferol (del latín “portador de calcio”), la vitamina D se fabrica principalmente cuando se expone la piel a los rayos del sol. Por esta razón el raquitismo afectó especialmente a los niños que vivían en los suburbios de Inglaterra durante la Revolución Industrial, al encontrarse totalmente cubiertos de smog, una polución densa que bloqueaba los rayos de sol.
Desde finales de 1980 se han venido sucediendo una serie de descubrimientos revolucionarios con respecto a la vitamina D; por ejemplo, cuando los hermanos Garland asociaron el déficit de esta vitamina con el cáncer de colon.

Poco a poco los científicos han ido descubriendo el inmenso potencial que tiene esta vitamina para la prevención de un gran número de patologías.

Los aportes de vitamina D3 han demostrado su eficacia a la hora de prevenir diversos tipos de cáncer y enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la poliartritis reumatoide.

También tienen un papel destacado en el tratamiento de enfermedades inflamatorias del intestino, asma, diabetes, epilepsia, psoriasis, hipoparatiroidismo y osteoporosis. Por último, a la vista de todos los estudios realizados, los investigadores tienen motivos para señalar que un buen aporte de vitamina D3 podría evitar la muerte de decenas de miles de personas cada año en los países con poco sol ¡Y eso sólo hablando de cáncer!

Existen dos formas de vitamina D: la vitamina D2 (ergocalciferol), de origen vegetal, y la vitamina D3 (colecalciferol), que encontramos en las grasas animales y que el cuerpo sintetiza cuando la piel se expone a los rayos ultravioletas B del sol (UVB). Ésta última es la que ofrece un mayor beneficio para el organismo,

puesto que la vitamina D2 es la mitad de eficaz y, además, se vuelve tóxica más rápidamente.

En invierno, cuando la humedad debilita las defensas, contar con una buena reserva de esta vitamina es la mejor manera de reforzar el sistema inmunitario; sobre todo contra la gripe. Pero además de preparar al organismo para hacer frente a los virus, los suplementos de vitamina D protegen de otras molestias invernales como la fatiga o la depresión estacional, suavizando sus síntomas.
POR QUÉ ES RECOMENDABLE TOMAR UN SUPLEMENTO DE VITAMINA D

La vitamina D es necesaria para asimilar minerales; especialmente calcio, fósforo y magnesio, facilitando la absorción intestinal a la vez que impiden que los riñones los evacuen a través de la orina. De este modo se previenen posibles carencias de calcio y magnesio, lo que ayuda a la salud de los huesos y los dientes.
En la actualidad el raquitismo ha desaparecido prácticamente de los países desarrollados, pero a cambio la osteomalacia, el equivalente del raquitismo en los adultos, se encuentra muy extendida en Europa, sobre todo entre los ancianos.
Pero además la vitamina D, conocida como “vitamina del sol”, también actúa sobre las células e interviene en la “regulación de la expresión” (mecanismo por el que se manifiestan) de más de 400 genes, lo que  8 hace que un posible déficit no sólo tenga un impacto en los huesos, sino que repercuta en todo el organismo.

LOS 5 SIGNOS DE UNA CARENCIA DE VITAMINA D

Los siguientes 5 síntomas deben ponerle en alerta, ya que son indicios de que existe un déficit significativo de vitamina D:
1. Debilidad ósea y muscular: a menudo viene acompañada de calambres, ya que la vitamina D regula los intercambios de calcio y magnesio, responsables de la contracción y la relajación de los músculos.
2. Sensación persistente de debilidad y fatiga: la vitamina D controla la síntesis de los neurotransmisores que intervienen en la actividad motora, como la dopamina y la noradrenalina.
3. Depresión y ansiedad.
4. Disminución de la inmunidad: la vitamina D permite sintetizar las proteínas antimicrobianas que actúan como sistema de defensa frente a las enfermedades.
5. Pérdidas de memoria: la vitamina D previene la muerte prematura de las neuronas.
Atención: mucha gente puede sufrir un déficit de vitamina D pero no tener los síntomas indicados, lo que explica por qué la mayor parte de la población tiene una carencia de esta vitamina. La mejor forma de asegurarse que sus niveles son los adecuados es haciéndose un análisis de sangre.
En Europa, entre el 50% y 70% de los adultos sufre un déficit de vitamina D. Y en España, por mucho que exportemos la idea de sol y playa, lo cierto es que el déficit de vitamina D es generalizado.

SUPLEMENTOS DE VITAMINA D: LO QUE HAY QUE SABER

Para poder sintetizar la vitamina D en la piel es necesario que la longitud de onda de la radiación solar esté comprendida entre los 290 y los 315 nanómetros. La intensidad de la radiación solar disminuye a medida que nos alejamos del ecuador (cuando el ángulo cenital disminuye), como sucede desde la llegada de otoño hasta la primavera, lo que explica por qué en invierno no se puede producir vitamina D. Además, las cremas solares bloquean los UVB, lo cual también explica por qué incluso en verano se constatan déficits de vitamina D. Y también afecta la polución, que bloquea los rayos de sol.
Las necesidades de vitamina D son directamente proporcionales a la complexión de cada persona, puesto que se almacena en los tejidos. También influye el color de piel o seguir una rutina en la que apenas dé el sol, por ejemplo, si se está todo el día en interiores o se lleva un vestuario que tapa toda la piel.
Los estudios actuales indican que para mantener un nivel normal de vitamina D el 80% de los adultos necesita 4000 UI/día y el 20% restante un poco más.

Las recomendaciones oficiales

200 UI al día es la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) en Europa. Se considera que un adulto tiene déficit de vitamina D si su nivel en sangre es inferior a 75 nmol/l (30 ng/ml). Pero para mantener unas tasas de calcifediol (que es el 25-hidroxicolecalciferol, un análogo liposoluble de la vitamina D3 con sus mismas propiedades) superiores a 30 ng/ml, es preciso ingerir 1000 UI de vitamina D3 al día.
La protección contra el cáncer de mama se observa con tasas de 25 (OH)D a partir de 52 ng/ml. Entonces, ¿cómo alcanzar dichas tasas? Desde luego no con 200 UI diarias.
En el año 2011 la Academia Nacional de Ciencias y Medicina de Estados Unidos, actualizó los niveles de CDR de vitamina D y lo estableció en 600 UI/día. Pero sigue siendo baja.
 
Sergio García Calvillo
Licenciado en CC Químicas y Diplomado en Naturopatía